jueves, 4 de mayo de 2017

LUZ Y SOMBRAS

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LUZ Y SOMBRAS
En todo el Universo existía el contraste, la lucha de los opuestos que le llaman, el bien contra el mal, el blanco y el negro, la luz adversaria de la oscuridad, etc. Pero en este planeta no había algo parecido a un Sol sino que giraba en torno a dos lunas o eran las dos lunas que giraban alrededor de él.
Tom abrió la ventana como un libro para leer las estrellas, y admirar las dos lunas en el cielo. Una al norte y la otra al sur formando un triangulo con el planeta. En realidad todo era oscuridad. Pero era su mundo oscuro, él era una criatura de la oscuridad. De repente todo se iluminó con una intensidad que nunca había visto y ya no vio más.
Más oscura no puede ser esta noche de Verano, en un callejón oscuro, y angosto con piso de tierra, limitado por paredes de adobe sin tarrajear, sin ventanas, solo puertas traseras de mala madera y sin pintar haciendo marco al caminar de prisa pero con cuidado al tropezar en un piso sin niveles, áspero y para variar oscuro.
El estremecimiento de José sacó polvo del suelo cuando vio dos siluetas masculinas en la oscuridad que se acercan en sentido contrario hacia él. No te muevas, levanta las manos. No me hagan nada, llévense lo que tengo y levantó las manos como entregando su alma a los desalmados.
Despertó sudoroso y asustado
_ Que sucede
Pregunta su esposa, sorprendida y preocupada
_ He tenido una pesadilla.
_ Eso te pasa por comer tanto en la noche _le dijo su esposa Mery-
Ya no pudo seguir durmiendo del susto y contemplo el amanecer por la ventana. Los primeros rayos del sol borraron de su mente la oscura pesadilla.
Por la tarde, la sala de espera del consultorio del ginecólogo engordaba con las mujeres gordas de embarazos ante la envidia de las flacas que a gritos pedían engordar y no podían.
Mire amigo José, de acuerdo con los análisis realizados, tengo el penoso encargo de decirle que su esposa no puede concebir.-Explicaba el galeno con aire triste pero como alguien que sabe lo que dice-
Era la cuarta vez que escuchaba lo mismo, era la cuarta pero con otro tono de vos. Cuatro opiniones diferentes y ninguna esperanza. Miró la punta de sus zapatos y les ordenó que avancen y lo mantengan de pie aunque solo le queda el deseo de caer y convertirse en nada. O de repente ya era nada porque la nada solo produce nada. El y Mery eran nada sin un hijo a quien querer como ellos se querían y esa noche se quisieron con tanta fuerza que quisieron morir descorazonados sin un hijo a quien querer. Se sentían inútiles como ambas puntas de un ancla sin barco. Sin sentido para respirar ni vivir.
Cansados de lamentarse, el sueño se apiado de ellos y los arrullo en su seno con cariño.
Arriba las manos. Era la continuación del sueño, el mismo callejón, los mismos actores, el mismo miedo, la misma noche. Era como volver a la película de la televisión después de los reclames. Que quieren –preguntó José- La ingrata noticia del ginecólogo llegó hasta su sueño y el ya no importarle nada le dio valor para enfrentar cualquier cosa. Morir o vivir qué más da. Las dos sombras oscuras lo tomaron de ambos brazos y casi en vilo y sin decirle nada lo arrastraron con fuerza pero sin maltratarlo hacia la salida del callejón, cerca se escuchaba el sonido del agua que no se veía por la oscuridad, discurrir por una acequia con plantas chicas que se veían más oscuras en esa oscuridad.
-Qué cosa quieren de mí- casi ordenando en su desesperación suicida sorprendió a las sombras, quienes a dúo y sin preámbulos le dijeron con suavidad: acompáñanos porque vas a tener un hijo.
Despertó entre alegre y sorprendido, bendiciendo a las sombras que se fueron en el sueño y empujo el hombro de atrás adelante y de adelante hacia atrás, como despertando a su esposa Mery que dormía sin pausa, cansada de lamentar su nula gestación..
-Despierta Mery, despierta.
-Que ocurre, que ocurre –entre somnolienta y cansada de despertar-
Y se lo dijo como si fuera lo último que tenga que decir.
-Vamos a tener un hijo- y esperó una reacción de alegría, pero solo recibió una descorazonada – déjame dormir- tengo mucho que hacer mañana.
Su suegro lo quería como otro hijo y lamentaba sin decirlo que no le pudieran dar un nieto. Pero la vida es así. Ya era bastante el misterio de citarse con su suegro en un bar de mala muerte, con el baño sucio apestando a orín de borracho y cigarro barato al mediodía. Ahí estaban los dos provincianos tomando cerveza helada en un día soleado cerca de una ventana grande que daba a la calle.
Era interesante la forma que llenaba el vaso hasta el tope El suegro más cauto se controlaba pensando que le diría que en vista de no poder tener herederos, posiblemente le comunicaría que se divorciaría de su hija. El comprendería. La decisión era de ellos y como siempre avalaría cualquier solución que tomen, para bien o para mal. Por lo que el presumía ese sería el motivo de la cita con su yerno.. Pero esperó pacientemente, sin apurarlo. Cualquier cosa el entendería, la cosa era quedar como amigos.
Lo miró fijamente a los ojos y le dijo: suegro, el motivo por el que te he citado a conversar es que estoy convencido que vamos a tener un hijo. El suegro ni se inmuto y por el contrario lo miro con cierta lastima paternal. Siguió contándole el misterioso sueño y cuando termino el suegro encendiendo un cigarro le dijo:- José, yo pienso que los sueños son solo eso, ojalá y fuera cierto. Pero tú eres un hombre maduro y sabes que no son la realidad. Por favor no entusiasmes sin motivo a mi hija y vayan pensando en adoptar un niño, que al final es casi, casi lo mismo.
Y la vida continua, los trabajos hay que realizarlos, las cuentas hay que pagar, los deseos afloraran cuando afloren y saldrán con amargura y sin avisar. Hay que acostumbrarse que la vida da lo que da y nada más.
Era de mañana cuando Mery le pide la acompañe al Dr. Molina el último ginecólogo que la revisó. Ya la tarde parecía noche cuando el Dr. Le alumbró la vida cuando le dijo que debía hacerse una prueba de embarazo en un laboratorio cercano. Era solo para descartar. Pues no se descartó sino que se confirmó el embarazo y ya no hubo penas, solo cuidados para llegar a término.
-Yo que te decía- comentó José. Los sueños no son sueños de esa forma son realidades.
La noche fresca y la alegría de la noticia los hizo mirar esa noche el firmamento lleno de luceros y una gran luna que los saludaba en silencio, ya no hablaban, solo se contemplaban saboreando el momento en un mundo todo suyo y nada de nadie.
Era ya más de media noche cuando se quedó dormido con su almohada acurrucadora que lo acogía con regocijo.
El sueño continuo donde se quedó la vez anterior. Vas a tener un hijo y será hombre. Tienes que acompañarnos y los acompañó caminando a una puerta de metal en una torre redonda con escaleras que subían pegadas a la redondez en un tornillo sin fin hacia lo alto, que era bien alto y subieron y subieron hasta llegar a otra puerta de metal. El más oscuro de las sombras tocó tres veces y la puerta se abrió hacia adentro donde la oscuridad moría por los destellos que iluminaban una silueta femenina ya madura pero bien conservada, con facciones bien definidas en el rostro de mujer seria que los destellos mostraban solo unos segundos, pero bastaban para darse cuenta la belleza tranquila y preocupada que mostraba. Era hermosa y sin maquillaje. De belleza natural y madura.
-Adelante, lo estábamos esperando con impaciencia- dijo con una voz arrulladora y clara. José avanzó sin saber a dónde iba, al dar dos pasos distinguió la espalda de un hombre sentado en un amplio balcón, desde el cual se veía una batalla de luces que corrían hacia no sabe qué objetivo y otras que salían hacia arriba como piletas de luces pero mortales. El resplandor de los fogonazos alumbraba por breves instantes la oscura noche de una guerra sin cuartel, sin dirección y no sabe por qué motivo sintió miedo de que alguna de esas luces mortales cayera sobre ellos y pregunto:
-Qué es lo que ocurre, que es lo que pasa, que hago yo aquí. El hombre se voltea, lo mira fijamente como para recordarlo siempre y le pide que se siente en un pub cuadrado y sin respaldar, no se fijó en el color, no era importante. El hombre grande y fornido de facciones militares pero ya maduras le explica:
-Mira José, te has dado cuenta que en estos momentos se está desarrollando una gran batalla. Se para de su asiento y le invita a que se asome junto a él en la baranda del balcón y juntos miran de lejos una batalla que parece el fin del mundo. Te comento que nuestro hijo mayor se encuentra al mando de nuestro ejército en el frente de batalla y me acaban de comunicar que ha sido gravemente herido, que la única forma que pueda sobrevivir, es enviándolo a un lugar de diferente vibración a la nuestra y hemos pensado enviarlo a tu hogar hasta que podamos encontrar la forma de sanarlo y pueda regresar al nuestro. Es claro que no ha de faltarle nada, solo queremos que le den tú y tu mujer mucho cariño. Acá se llama Thomas con H pero Ustedes pueden ponerle cualquier nombre, para nosotros no es importante. Solo queremos que lo cuiden y lo quieran. El resto estará a cargo de nosotros. Por eso te hemos traído hasta acá. No tenemos mucho tiempo. Todo debemos hacerlo de inmediato. La velocidad es vital. Debes explicarle a tu mujer. En compensación podrán tener otro hijo más, ese si será totalmente suyo.
Y despertó y la despertó y despiertos los dos, le contó lo soñado pero a su manera. Que va a ser hombre, que tendrán otro hijo más que se llamará Thomas y nada más. Ahora la mujer ya cree y se volvió a dormir creyendo a morir en su marido.
El suegro trajo fruta, una botella de pisco y una gran alegría, ahora sí con alegría de la buena. Como merecía por el primer nieto.
 La luz que iluminaba la laguna que a otros les parecía un rio, no era la del sol. De qué sirve tanta luz si la gente no tiene ojos o los cierra por principio. Ni tan tenue como un amanecer ni tan fuerte como la del medio día sin nubes, pero suficiente como para observar el paisaje de la orilla como playa veraniega llena de bañistas. Pero no eran bañistas, eran almas desesperadas para pasar al otro lado de la laguna rio.
Solo una pequeña barca y un barquero aburrido, malgeniado, con una vara larga seleccionaba con displicencia al que transportaría. Todos suplicaban y mostraban la moneda con la que fueron enterrados como el sencillo para el micro. El barquero sufría de la enfermedad de las ideas tristes y se llama Caronte.
Para que apurarnos si de todas maneras llegaremos puntualmente a la hora de la cita con la muerte. Cuando el espejo no refleje mi figura, siempre habrá una playa donde llegar. Solo su Dios que todo lo puede no tiene herramientas. Pero él entregó sus herramientas y dejó su cuerpo muerto en la arena de la vida.
La orilla está llena de almas suplicantes, implorando al barquero  las transporte; este las ignora dirigiéndose a Tom lo observa como retejándolo. Verdaderamente eres un ser de la noche es claro que tienes el sello de agua en tu alma. La cara huesuda, de Caronte sonríe para sí. Primera vez en su vida que  sonríe.  En su cara huesuda nació su primera sonrisa. Esto se pone bueno- pensó- Ya era tiempo. Era el pasajero que estaba esperando y tuvo una diarrea de sonrisas.
Tu no necesitas una barca para cruzar al otro lado  -le dijo-
Y él caminó sobre las aguas hacia su destino.
Conforme avanzaba una espesa niebla oscura lo envolvía y lo transformaba en algo que se arrastra por la hierba mala de un jardín que siempre está con el mismo optimo clima, donde no existe la luz del sol sino una acariciadora claridad a una temperatura tal que todos los animales incluyendo a ese hombre y esa mujer no necesitaban pelo, ni ropa. Pero seguía extrañando la oscuridad.
De verdad os digo mujer del paraíso que este no es tu hábitat natural, ni el mío. Vosotros sois de un mundo de contrastes como el principio y el fin, como la luz y la oscuridad, amor y odio, etc.
Nada de esto conmovió a la desnuda mujer que caminaba sobre una alfombra de pétalos de rosas de colores hasta que hablaron del vientre virgen de la primera mujer. De tu vientre saldrán infinidad de seres parecidos a ti y a tu pareja, poblaran un mundo de emociones y sentimientos como nunca has sentido. Y en el tronco de un árbol grande le hizo ver una gran cantidad de personas en un mundo con luz y oscuridad. Vale la pena cambiar esta tétrica inmortalidad por una vida de emociones, deseos, ilusiones. Solo baja la palanca de ese motor que os mantiene aislados en este jardín. Solo la ilusión de la maternidad conmueve a la mujer y acepta conocer el dolor de parir y el amor maternal que ya empieza a saborear.
-         Y tú que ganas, misteriosa serpiente –
Yo tengo otra misión más grande. La de matar la luz para regresar a mi mundo. La oscuridad tiene su belleza.
El cambio de clima en el jardín hizo que tanto el hombre como la mujer con todos los animales salieran apresuradamente buscando ya otras formas de vida. Fueron expulsados por la naturaleza y se reprodujeron y murieron en un mundo de contrastes.
Solo que se convirtió en fuego ardiendo en una zarza sin quemarse, conversando con alguien que le pregunta su nombre .El le responde que se llama etcétera – Todo lo demás – Que necesita un pueblo para oscurecer el planeta. No importa si esta cautivo, El lo liberará y lo liberó.


La cesárea estuvo bien, todo dentro de lo normal así empezó el dialogo la misteriosa enfermera, solo que hay un pequeño problema. El Pediatra desea hablar con el padre del niño. Se acerca al consultorio. Aún no había visto al niño. Algo había sucedido. El pediatra era un joven médico que le comunica directamente que el niño ha nacido con un problema óseo en el hombro izquierdo, que habían tomado radiografías que le indicaban lesión en la articulación del hombro semejante a una lesión por esquirla. Que era a pesar de su poca experiencia una lesión que no se explica. Por lo tanto hay que ver como evoluciona. El era de la idea que se puede arreglar solo ya que los huesos del niño aún están en formación. También una costilla como si estuviera rota, con una de las puntas dirigida y muy cerca del corazón. Estaba a punto de contarle al médico que el niño venia de una guerra, pero solo atinó a preguntarle si viviría. El médico le dijo que sí, pero debía evaluarlo constantemente. Era una lesión sin explicación. Para el médico pero no para él que sonrió y fue a conocer al niño que aún estaba en la incubadora. Y lo vio a través de la luna de la incubadora y lo quiso y lo quiso. Era su hijo. Solo de él y su mujer.
Siempre le habían hablado de la zona de recuperación, de un hospital, una zona neutral donde iban los heridos de uno y otro bando. Ahora estaba llegando. Le contaron que hay noche para los noches y luz para los luz. Que no intente cambiar las reglas, que se amolde a ellas, que no trate de cambiar el nosocomio, que como alma aun muriendo en el hospital tenía que esperar al médico hasta que le diera de alta.

Solo se interrumpen sus pensamientos cuando siente en su boca el pezón de su nueva madre que le llama hijo y ya no quiere despegarse de ella.
Pedro Moreno Sarmiento