LUZ Y SOMBRAS
En todo el Universo existía
el contraste, la lucha de los opuestos que le llaman, el bien contra el mal, el
blanco y el negro, la luz adversaria de la oscuridad, etc. Pero en este planeta
no había algo parecido a un Sol sino que giraba en torno a dos lunas o eran las
dos lunas que giraban alrededor de él.
Tom abrió la ventana como un
libro para leer las estrellas, y admirar las dos lunas en el cielo. Una al
norte y la otra al sur formando un triangulo con el planeta. En realidad todo
era oscuridad. Pero era su mundo oscuro, él era una criatura de la oscuridad.
De repente todo se iluminó con una intensidad que nunca había visto y ya no vio
más.
Más oscura no puede ser esta
noche de Verano, en un callejón oscuro, y angosto con piso de tierra, limitado
por paredes de adobe sin tarrajear, sin ventanas, solo puertas traseras de mala
madera y sin pintar haciendo marco al caminar de prisa pero con cuidado al
tropezar en un piso sin niveles, áspero y para variar oscuro.
El estremecimiento de José
sacó polvo del suelo cuando vio dos siluetas masculinas en la oscuridad que se
acercan en sentido contrario hacia él. No te muevas, levanta las manos. No me
hagan nada, llévense lo que tengo y levantó las manos como entregando su alma a
los desalmados.
Despertó sudoroso y asustado
_ Que sucede
Pregunta su esposa,
sorprendida y preocupada
_ He tenido una pesadilla.
_ Eso te pasa por comer tanto
en la noche _le dijo su esposa Mery-
Ya no pudo seguir durmiendo
del susto y contemplo el amanecer por la ventana. Los primeros rayos del sol
borraron de su mente la oscura pesadilla.
Por la tarde, la sala de
espera del consultorio del ginecólogo engordaba con las mujeres gordas de
embarazos ante la envidia de las flacas que a gritos pedían engordar y no
podían.
Mire amigo José, de acuerdo
con los análisis realizados, tengo el penoso encargo de decirle que su esposa
no puede concebir.-Explicaba el galeno con aire triste pero como alguien que
sabe lo que dice-
Era la cuarta vez que
escuchaba lo mismo, era la cuarta pero con otro tono de vos. Cuatro opiniones
diferentes y ninguna esperanza. Miró la punta de sus zapatos y les ordenó que
avancen y lo mantengan de pie aunque solo le queda el deseo de caer y
convertirse en nada. O de repente ya era nada porque la nada solo produce nada.
El y Mery eran nada sin un hijo a quien querer como ellos se querían y esa
noche se quisieron con tanta fuerza que quisieron morir descorazonados sin un
hijo a quien querer. Se sentían inútiles como ambas puntas de un ancla sin
barco. Sin sentido para respirar ni vivir.
Cansados de lamentarse, el
sueño se apiado de ellos y los arrullo en su seno con cariño.
Arriba las manos. Era la
continuación del sueño, el mismo callejón, los mismos actores, el mismo miedo,
la misma noche. Era como volver a la película de la televisión después de los
reclames. Que quieren –preguntó José- La ingrata noticia del ginecólogo llegó
hasta su sueño y el ya no importarle nada le dio valor para enfrentar cualquier
cosa. Morir o vivir qué más da. Las dos sombras oscuras lo tomaron de ambos
brazos y casi en vilo y sin decirle nada lo arrastraron con fuerza pero sin
maltratarlo hacia la salida del callejón, cerca se escuchaba el sonido del agua
que no se veía por la oscuridad, discurrir por una acequia con plantas chicas
que se veían más oscuras en esa oscuridad.
-Qué cosa quieren de mí- casi
ordenando en su desesperación suicida sorprendió a las sombras, quienes a dúo y
sin preámbulos le dijeron con suavidad: acompáñanos porque vas a tener un hijo.
Despertó entre alegre y sorprendido,
bendiciendo a las sombras que se fueron en el sueño y empujo el hombro de atrás
adelante y de adelante hacia atrás, como despertando a su esposa Mery que
dormía sin pausa, cansada de lamentar su nula gestación..
-Despierta Mery, despierta.
-Que ocurre, que ocurre
–entre somnolienta y cansada de despertar-
Y se lo dijo como si fuera lo
último que tenga que decir.
-Vamos a tener un hijo- y
esperó una reacción de alegría, pero solo recibió una descorazonada – déjame
dormir- tengo mucho que hacer mañana.
Su suegro lo quería como otro
hijo y lamentaba sin decirlo que no le pudieran dar un nieto. Pero la vida es
así. Ya era bastante el misterio de citarse con su suegro en un bar de mala
muerte, con el baño sucio apestando a orín de borracho y cigarro barato al
mediodía. Ahí estaban los dos provincianos tomando cerveza helada en un día
soleado cerca de una ventana grande que daba a la calle.
Era interesante la forma que
llenaba el vaso hasta el tope El suegro más cauto se controlaba pensando que le
diría que en vista de no poder tener herederos, posiblemente le comunicaría que
se divorciaría de su hija. El comprendería. La decisión era de ellos y como
siempre avalaría cualquier solución que tomen, para bien o para mal. Por lo que
el presumía ese sería el motivo de la cita con su yerno.. Pero esperó
pacientemente, sin apurarlo. Cualquier cosa el entendería, la cosa era quedar
como amigos.
Lo miró fijamente a los ojos
y le dijo: suegro, el motivo por el que te he citado a conversar es que estoy
convencido que vamos a tener un hijo. El suegro ni se inmuto y por el contrario
lo miro con cierta lastima paternal. Siguió contándole el misterioso sueño y
cuando termino el suegro encendiendo un cigarro le dijo:- José, yo pienso que
los sueños son solo eso, ojalá y fuera cierto. Pero tú eres un hombre maduro y
sabes que no son la realidad. Por favor no entusiasmes sin motivo a mi hija y
vayan pensando en adoptar un niño, que al final es casi, casi lo mismo.
Y la vida continua, los
trabajos hay que realizarlos, las cuentas hay que pagar, los deseos afloraran
cuando afloren y saldrán con amargura y sin avisar. Hay que acostumbrarse que
la vida da lo que da y nada más.
Era de mañana cuando Mery le
pide la acompañe al Dr. Molina el último ginecólogo que la revisó. Ya la tarde
parecía noche cuando el Dr. Le alumbró la vida cuando le dijo que debía hacerse
una prueba de embarazo en un laboratorio cercano. Era solo para descartar. Pues
no se descartó sino que se confirmó el embarazo y ya no hubo penas, solo
cuidados para llegar a término.
-Yo que te decía- comentó
José. Los sueños no son sueños de esa forma son realidades.
La noche fresca y la alegría
de la noticia los hizo mirar esa noche el firmamento lleno de luceros y una
gran luna que los saludaba en silencio, ya no hablaban, solo se contemplaban
saboreando el momento en un mundo todo suyo y nada de nadie.
Era ya más de media noche
cuando se quedó dormido con su almohada acurrucadora que lo acogía con
regocijo.
El sueño continuo donde se
quedó la vez anterior. Vas a tener un hijo y será hombre. Tienes que
acompañarnos y los acompañó caminando a una puerta de metal en una torre
redonda con escaleras que subían pegadas a la redondez en un tornillo sin fin
hacia lo alto, que era bien alto y subieron y subieron hasta llegar a otra
puerta de metal. El más oscuro de las sombras tocó tres veces y la puerta se
abrió hacia adentro donde la oscuridad moría por los destellos que iluminaban
una silueta femenina ya madura pero bien conservada, con facciones bien
definidas en el rostro de mujer seria que los destellos mostraban solo unos
segundos, pero bastaban para darse cuenta la belleza tranquila y preocupada que
mostraba. Era hermosa y sin maquillaje. De belleza natural y madura.
-Adelante, lo estábamos
esperando con impaciencia- dijo con una voz arrulladora y clara. José avanzó
sin saber a dónde iba, al dar dos pasos distinguió la espalda de un hombre
sentado en un amplio balcón, desde el cual se veía una batalla de luces que
corrían hacia no sabe qué objetivo y otras que salían hacia arriba como piletas
de luces pero mortales. El resplandor de los fogonazos alumbraba por breves
instantes la oscura noche de una guerra sin cuartel, sin dirección y no sabe
por qué motivo sintió miedo de que alguna de esas luces mortales cayera sobre
ellos y pregunto:
-Qué es lo que ocurre, que es
lo que pasa, que hago yo aquí. El hombre se voltea, lo mira fijamente como para
recordarlo siempre y le pide que se siente en un pub cuadrado y sin respaldar,
no se fijó en el color, no era importante. El hombre grande y fornido de
facciones militares pero ya maduras le explica:
-Mira José, te has dado
cuenta que en estos momentos se está desarrollando una gran batalla. Se para de
su asiento y le invita a que se asome junto a él en la baranda del balcón y juntos
miran de lejos una batalla que parece el fin del mundo. Te comento que nuestro
hijo mayor se encuentra al mando de nuestro ejército en el frente de batalla y
me acaban de comunicar que ha sido gravemente herido, que la única forma que
pueda sobrevivir, es enviándolo a un lugar de diferente vibración a la nuestra
y hemos pensado enviarlo a tu hogar hasta que podamos encontrar la forma de
sanarlo y pueda regresar al nuestro. Es claro que no ha de faltarle nada, solo
queremos que le den tú y tu mujer mucho cariño. Acá se llama Thomas con H pero
Ustedes pueden ponerle cualquier nombre, para nosotros no es importante. Solo
queremos que lo cuiden y lo quieran. El resto estará a cargo de nosotros. Por
eso te hemos traído hasta acá. No tenemos mucho tiempo. Todo debemos hacerlo de
inmediato. La velocidad es vital. Debes explicarle a tu mujer. En compensación
podrán tener otro hijo más, ese si será totalmente suyo.
Y despertó y la despertó y
despiertos los dos, le contó lo soñado pero a su manera. Que va a ser hombre,
que tendrán otro hijo más que se llamará Thomas y nada más. Ahora la mujer ya
cree y se volvió a dormir creyendo a morir en su marido.
El suegro trajo fruta, una
botella de pisco y una gran alegría, ahora sí con alegría de la buena. Como
merecía por el primer nieto.
La luz que
iluminaba la laguna que a otros les parecía un rio, no era la del sol. De qué
sirve tanta luz si la gente no tiene ojos o los cierra por principio. Ni tan
tenue como un amanecer ni tan fuerte como la del medio día sin nubes, pero
suficiente como para observar el paisaje de la orilla como playa veraniega
llena de bañistas. Pero no eran bañistas, eran almas desesperadas para pasar al
otro lado de la laguna rio.
Solo una
pequeña barca y un barquero aburrido, malgeniado, con una vara larga
seleccionaba con displicencia al que transportaría. Todos suplicaban y
mostraban la moneda con la que fueron enterrados como el sencillo para el
micro. El barquero sufría de la enfermedad de las ideas tristes y se llama
Caronte.
Para que
apurarnos si de todas maneras llegaremos puntualmente a la hora de la cita con
la muerte. Cuando el espejo no refleje mi figura, siempre habrá una playa donde
llegar. Solo su Dios que todo lo puede no tiene herramientas. Pero él entregó
sus herramientas y dejó su cuerpo muerto en la arena de la vida.
La orilla
está llena de almas suplicantes, implorando al barquero las transporte; este las ignora dirigiéndose
a Tom lo observa como retejándolo. Verdaderamente eres un ser de la noche es
claro que tienes el sello de agua en tu alma. La cara huesuda, de Caronte
sonríe para sí. Primera vez en su vida que
sonríe. En su cara huesuda nació
su primera sonrisa. Esto se pone bueno- pensó- Ya era tiempo. Era el pasajero
que estaba esperando y tuvo una diarrea de sonrisas.
Tu no
necesitas una barca para cruzar al otro lado
-le dijo-
Y él caminó
sobre las aguas hacia su destino.
Conforme
avanzaba una espesa niebla oscura lo envolvía y lo transformaba en algo que se
arrastra por la hierba mala de un jardín que siempre está con el mismo optimo
clima, donde no existe la luz del sol sino una acariciadora claridad a una
temperatura tal que todos los animales incluyendo a ese hombre y esa mujer no
necesitaban pelo, ni ropa. Pero seguía extrañando la oscuridad.
De verdad
os digo mujer del paraíso que este no es tu hábitat natural, ni el mío.
Vosotros sois de un mundo de contrastes como el principio y el fin, como la luz
y la oscuridad, amor y odio, etc.
Nada de
esto conmovió a la desnuda mujer que caminaba sobre una alfombra de pétalos de
rosas de colores hasta que hablaron del vientre virgen de la primera mujer. De
tu vientre saldrán infinidad de seres parecidos a ti y a tu pareja, poblaran un
mundo de emociones y sentimientos como nunca has sentido. Y en el tronco de un
árbol grande le hizo ver una gran cantidad de personas en un mundo con luz y
oscuridad. Vale la pena cambiar esta tétrica inmortalidad por una vida de
emociones, deseos, ilusiones. Solo baja la palanca de ese motor que os mantiene
aislados en este jardín. Solo la ilusión de la maternidad conmueve a la mujer y
acepta conocer el dolor de parir y el amor maternal que ya empieza a saborear.
-
Y tú que ganas,
misteriosa serpiente –
Yo tengo
otra misión más grande. La de matar la luz para regresar a mi mundo. La
oscuridad tiene su belleza.
El cambio
de clima en el jardín hizo que tanto el hombre como la mujer con todos los
animales salieran apresuradamente buscando ya otras formas de vida. Fueron
expulsados por la naturaleza y se reprodujeron y murieron en un mundo de
contrastes.
Solo que se
convirtió en fuego ardiendo en una zarza sin quemarse, conversando con alguien
que le pregunta su nombre .El le responde que se llama etcétera – Todo lo demás
– Que necesita un pueblo para oscurecer el planeta. No importa si esta cautivo,
El lo liberará y lo liberó.
La cesárea estuvo bien, todo
dentro de lo normal así empezó el dialogo la misteriosa enfermera, solo que hay
un pequeño problema. El Pediatra desea hablar con el padre del niño. Se acerca
al consultorio. Aún no había visto al niño. Algo había sucedido. El pediatra
era un joven médico que le comunica directamente que el niño ha nacido con un
problema óseo en el hombro izquierdo, que habían tomado radiografías que le
indicaban lesión en la articulación del hombro semejante a una lesión por
esquirla. Que era a pesar de su poca experiencia una lesión que no se explica.
Por lo tanto hay que ver como evoluciona. El era de la idea que se puede
arreglar solo ya que los huesos del niño aún están en formación. También una
costilla como si estuviera rota, con una de las puntas dirigida y muy cerca del
corazón. Estaba a punto de contarle al médico que el niño venia de una guerra,
pero solo atinó a preguntarle si viviría. El médico le dijo que sí, pero debía
evaluarlo constantemente. Era una lesión sin explicación. Para el médico pero
no para él que sonrió y fue a conocer al niño que aún estaba en la incubadora.
Y lo vio a través de la luna de la incubadora y lo quiso y lo quiso. Era su
hijo. Solo de él y su mujer.
Siempre le habían hablado de
la zona de recuperación, de un hospital, una zona neutral donde iban los
heridos de uno y otro bando. Ahora estaba llegando. Le contaron que hay noche
para los noches y luz para los luz. Que no intente cambiar las reglas, que se
amolde a ellas, que no trate de cambiar el nosocomio, que como alma aun
muriendo en el hospital tenía que esperar al médico hasta que le diera de alta.
Solo se interrumpen sus
pensamientos cuando siente en su boca el pezón de su nueva madre que le llama
hijo y ya no quiere despegarse de ella.
Pedro Moreno Sarmiento
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