El hambre lo hace correr hacia el plato de pallares con
lonja, que ya servido era un manjar semi envuelto en el plato sin dibujos. El
deseo de ser comido y comer son iguales. Se avecinaba un deleite compartido. Comer y
dejarse comer. Una mosca casi al centro del plato lo mira desafiante. Mátame y
contamina toda tu comida. La cuchara como una pala, la saca con cuidado junto con
una cucharada de pallar que ya no comerá. Pero ¿caminaría por todo el plato la
mosca? -Se preguntaba-. Entonces se le quitó momentáneamente el hambre. Se fue
a otro restaurante y pidió lo mismo. Solo que pidió a la que le servía que
espante las moscas. Sonó el celular y una vos femenina pregunta si volverá alguna
vez con ella y solamente se escucha su
voz que le dice: Pregúntale a la mosca, yo ya estoy comiendo en otro
restaurante.
Pedro Moreno
Pedro Moreno
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