INMORTALIDAD O CONOCIMIENTO
Pedro Moreno
Antonio:
¿Qué prefieres, inmortalidad o conocimiento? -pregunta Neftalí-. Bueno, mira
Neftalí, me estas poniendo en el paraíso. De todos los árboles puedes comer el
fruto, menos del árbol del conocimiento del bien y el mal -empieza respondiendo
Antonio y continúa- Mira -le dice- Dios crea a los ángeles por montón de
montones, inmortales, pero todos eran machos. No creó angelitas. No podían
reproducirse. Qué será eso. Se rebelan y caen. Ahí se dan cuenta que pueden
tomar a las hijas (léase bien, no dice hijos) del hombre y reproducirse, pero
le salen quimeras (monstruos). Ellos (los ángeles) son inmortales sin
reproducción, el número es el mismo, pero no se reproducen. Entonces la
inmortalidad debe estar ligada a la infertilidad. Los ángeles son mensajeros
inmortales. Cumplen funciones específicas. ¿Por qué los ángeles no comen del árbol
del bien y del mal, pudiéndolo hacer? ¿Será que ellos tienen su propio paraíso?
¿Con sus propias limitaciones? ¿Diferente al ser humano? O es que simplemente
no quieren morir. Ellos en todo caso prefieren la inmortalidad.
En cambio, el
conocimiento del bien y el mal, implica muerte, porque al diferenciar entre el
bien y el mal, hace al humano como Dios, pero mortal. Si además come del árbol
de la vida se vuelve como Dios. Vuelve a ser la imagen de Dios.
El ser humano
fue creado por dios para vivir en el Paraíso. En ese paraíso había dos arboles
contrarios, el de la muerte y el de vida eterna. Solo le prohibieron comer de
el conocimiento. Suponemos que del de la vida podía comer lo que quisiera. Ese
era su hábitat natural. Come con engaños de lo prohibido y es expulsado a un mundo
que no es el de él, pero manteniendo el conocimiento que lo hará buscar la
inmortalidad. Ojalá la encuentre. Mientras tanto hay que morir.
O sea que no es
que prefieras conocimientos de bien y mal, simplemente porque no tienes
alternativa -comenta Neptalí- Es cierto -responde Antonio- hay que tener resignación,
lo único que nos queda es tratar de tener lo que ya tuvimos y perdimos al salir
del Paraíso. Sin regresar a él, porque si se hizo para el hombre y este ya no
está; ya no tiene razón de existir. La eternidad ya debe estar en otro sitio.
Gilgamesh logró
llegar a conseguir un árbol que lo rejuvenecía (algo es algo) pero mientras se
bañaba en un rio, la serpiente se lo robó. Entonces la serpiente sabe donde
está. Siempre la serpiente.
Mira Antonio
-dice Neptalí- ya están listos los pallares con lonja. Busquemos la sombra de
un guarango para almorzar. Dejemos la inmortalidad tranquila.
Pedro Moreno