XXlll LINDERO.- QUE LA MASONERÍA ES UNA
SOCIEDAD SECRETA EN POSESIÓN DE SECRETOS QUE NO SE PUEDEN DIVULGAR.-
El Secreto del latín Secretus, es algo
oculto, escondido y separado del conocimiento de los demás. El Secreto por lo
tanto es ignorado por la mayoría de las personas excepto por aquellos que
comparten el secreto. Existen secretos de distintos tipos. Puede consistir en
guardar una información o estar vinculado a una mentira. Esteban le confiesa a
Jorge que va a comprar una casa pero que no le cuente a nadie. Esteban y Jorge
comparten un secreto. Si otra persona le pregunta a Jorge él responde que no ya
que guarda el secreto con una mentira. El secreto se convierte en un sello de
certificación de que lo conocido no será revelado.
Guardar un secreto implica más que el puro
acto de no revelar, implica una relación fiduciaria ( Fiducia del latín que se
traduce como confianza). Ello pasa como reconocer al otro como persona objeto
de confianza, de lealtad y de reconocimiento de derecho.
Este es uno de los límites masónicos más evidentes e indiscutibles de
todos. El principio del secreto es una de las características más destacadas en
el Universo y en la
Masonería. Si se prescindiera de él, dejaría ésta de ser lo
que es. Tan destacada es esta característica que la Masonería se halla
catalogada como una sociedad secreta.
¿Cuál es, entonces, el motivo para el secreto y el misterio en ella? No
es posible encontrar una respuesta satisfactoria y lógica a esta pregunta
mientras se la busque en el aspecto material de la Masonería. Si lo
material fuera el todo de la misma, bien se podría prescindir de su carácter secreto.
La Masonería es una organización mucho más oculta de
lo que parece a simple vista. En sus ritos y ceremonias yacen ocultas
las fuerzas relacionadas con el desarrollo de los aspectos divinos del hombre.
La ocasión nos obliga a recalcar que los límites que determinan la
constitución de la Masonería
no se basan en lo aparente y temporal, sino en lo subjetivo y eterno. El
secreto a que se refiere este límite, y en que se funda la Masonería, no es, por
tanto, algo objetivo sino subjetivo e invisible.
No hay nada material acerca de la Masonería que no pueda conocer cualquier profano
que se moleste en consultar libros sobre ella, que se hallan en venta al
público. Dada su naturaleza, no tiene nada que sea motivo de secreto en lo
externo. Es en lo interno en que está el secreto masónico.
Para hallar una explicación lógica para el principio del secreto,
debemos acudir al Maestro en cuyas enseñanzas se funda la Masonería; valer decir,
la naturaleza o el universo.
Para que sus enseñanzas estén siempre presentes, la Masonería ofrece en toda Logia una imagen suya y de su
actuación, a través de sus símbolos y ritos.
Así como secreto e invisible es a los ojos profanos lo que transcurre en
el interior del universo y de nuestro ser en su evolución, corresponde, por
analogía, que lo sea también el interior de una Logia.
Si la Masonería
es una sociedad secreta, lo es en virtud de que el universo es también una
organización secreta, tan secreta que tiene aspectos demasiados herméticos y
misterios prácticamente indescifrables para la mente humana común.
El interior de toda Logia masónica tiene que guardar esa estrecha
relación con la constitución interna del universo y con todas las
características esenciales de la misma,
ha de ser una fiel imagen suya. El silencio y el secreto es una de esas
características.
El silencio significa callar. Con este sentido en mente, el masón debe
trabajar en el mundo exterior, en lo que respecta a la Masonería, considerando
que el profano representa el mundo externo, por lo cual debe callar ante él.
Es por esto que la palabra silencio se emplea
tan enfáticamente en los rituales masónicos, y por qué el masón debe aprender a
callar. Por este motivo el silencio es la primera lección del Aprendiz.
Los verdaderos misterios y secretos de la Masonería están ocultos
en sus símbolos, ritos, signos, toques y palabras. La existencia material de
los símbolos no es ningún secreto, pero sí el significado que tiene para cada
uno. Esto es un secreto oculto, cuya revelación cada uno debe descubrir por sí
mismo.
Las verdades masónicas, por tanto, son secretas y están envueltas en
misterio porque se hallan escondidas en símbolos y alegorías. El simbolismo masónico constituye
un lenguaje secreto. Ese secreto, custodiado por símbolos, tan solo lo podremos conocer cuando nos
volvamos dignos de ellos. Exigen un “precio” en cada masón.
Para que nadie se llame a engaño conviene aclarar que, si bien los
secretos masónicos están ocultos en su simbolismo peculiar, las verdades que
ocultan no son exclusivas de la
Masonería, pues las mismas son universales.
El hecho que la
Masonería, como lo indican sus Logias, sea un camino de
Occidente al Oriente simbólico, vale decir, de la Oscuridad a la Luz, implica algo secreto,
invisible y oculto que debe ser develado y traído a la luz. Esto que se halla
escondido en la oscuridad de nuestro ser es el verdadero secreto de la
Masonería.
La Masonería es una institución secreta.
Esto significa que la Orden es una
Institución que tiene sus fines propios que persigue de acuerdo con ciertos
métodos tradicionales de educación, que se imparte a sus miembros a través de
la Iniciación, pues la Masonería es una Institución Esotérica.
No es una institución cerrada. Pueden
ser miembros de ella todos los individuos que lo deseen y que reúnan los
requisitos señalados por la Orden; pero la Orden es tradicionalmente secreta.
Existen
cosas que no todas las personas deben saber y/ o tener acceso a ellas, pues no
harían un buen uso de estas herramientas si no se les ha enseñado a usarlas
correctamente, se requiere de un estado especial de conocimiento y actitud ante
ellas. Por ejemplo el poder militar, económico o científico en manos de un
desequilibrado mental o de un fanático.
Para dar
un ejemplo práctico: muy pocas personas podrían presenciar una cirugía de
corazón abierto, pues no sabrían cómo comportarse en una sala de cirugía mayor,
y no entenderían lo que se hace allí ni por qué se hace, si no han tenido un
entrenamiento previo. Es similar; se requiere una iniciación y una preparación,
precedidas de ciertas características.
La discreción de la Institución es otra
señal y la más importante, de forma que la discreción absoluta es algo
inherente a la Masonería,
existiendo con ella desde su misma fundación, y protegida por ella por medio de
sus señales antiguas. Si es desposeída de su carácter secreto pierde su
identidad y cesa de ser Francmasonería. Por consiguiente, todas las objeciones
que puedan hacerse a la
Institución en lo relativo a su discreción deben de ser
rechazadas. Sin prestar atención a los muchos torpes y mal intencionados que,
por cuestión de conveniencia, intenten desposeerla de su carácter secreto,
tomando las medidas que hagan siempre imposible la perdida de la señal, aún en
el caso en el que ésta no se interpusiera ante nosotros como obstáculo. Porque
un cambio de tal naturaleza ocasionaría el suicidio social y la muerte de la
Orden. La Francmasonería, que como asociación secreta ha vivido inalterable por
signos, no permanecería por muchos años como una sociedad libre y abierta
Este “landmark” consagra el llamado “secreto masónico” legado
por la Tradición
y respetado, en lo esencial, por la Masonería en los tiempos actuales. Asimismo,
están íntimamente relacionado con el mismo el método de reconocimiento
(“landamrks 1*) y la necesidad de que cada logia trabaje a cubierto o sea
protegida de los profanos (“landamrks” 11º). Alberto Mackey nos da una precisa
definición de este “landmarks” , en los siguientes términos: “El secreto de la Institución es otra
Marca (Landmarks) importantísima. Alguna dificultad se opone a la exacta
definición de una “sociedad secreta”. La Masonería No es
sociedad secreta en el estricto concepto lógico de una de aquellas asociaciones
cuyos propósitos se resguardan rigurosamente del conocimiento público, cuyos
miembros son desconocidos, que trabajan y laboran en tinieblas y cuyas
operaciones se ocultan a la vista pública. A esta clase de sociedades
pertenecen los centros políticos de carácter revolucionarios que se forman en
los países gobernados despóticamente, donde las reformas se han de lograr por
la fuerza y la violencia si acaso se logran. La Masonería no pertenece a
este linaje de sociedades secretas, pues sus propósitos y su finalidad son de
dominio público y los encomian los masones como cosa merecedora de veneración.
Se conoce públicamente a los masones porque se considera una honra pertenecer a
la Masonería,
cuya labor ha de dar un resultado del que los masones se glorían, cual es el
perfeccionamiento del hombre, la mejora de las condiciones de la vida humana y
la reforma de las costumbres. Pero la Masonería es una sociedad secreta si por tal se entiende una sociedad
con cierta suma de conocimientos, y un método de reconocerse sus miembros, y
varias enseñanzas que sólo se comunican a los que han pasado por una
establecida forma de iniciación esotérica. Esta índole de secreto es inherente
a la Masonería
desde su fundación, y está asegurada por sus antiguas Marcas características,
de suerte que despojada de este carácter secreto dejaría de ser Francmasonería”
Este es uno de los límites masónicos
más evidentes e indiscutibles de todos. El principio del secreto es una de las
características más destacadas en el universo y en la Masonería. Si se
prescindiera de él, dejaría ésta de ser lo que es. El secreto masónico y los
juramentos prestados para asegurar su cumplimiento, entre otras responsabilidades propias del masón, tienen, desde un punto de vista
estrictamente objetivo un sólido fundamento en la persecución, torturas y
asesinatos, en muchos casos, de que fueran objeto los miembros de la Orden por su simple calidad
de tales y por ende portadores y defensores de sus principios, en particular la
tolerancia, la libertad y la igualdad. En documentos fechados a fines del siglo
XIV ya se mencionan estos juramentos y aquellas responsabilidades. Dentro del
marco de esa época, los masones marcan un raro aspecto de tolerancia ya que
nadie podía aventurarse a discrepar con las doctrinas aceptadas e impuestas por
la Iglesia de
Roma (llamada Católica, Apostólica y Romana). Había una especie de simbiosis
entre esa Iglesia y el Estado y de hecho el hereje era un enemigo del Estado y
por ende colocado fuera de la ley. Esto significaba mucho más que lo que hoy
llamamos estar “fuera de la ley”. En aquella época implicaba la pérdida total
de derechos, se dejaba en la práctica de ser una persona y no generaba
responsabilidad alguna torturarlo, matarlo o apoderarse de sus bienes.
Era también la época del auge de la Inquisición instituida
y ejercitada por la Iglesia
de Roma contra los imputados por herejía (sin derecho alguno de defensa y con
la aplicación de la tortura como método legal de interrogatorio) con condenas
que incluía la muerte por el fuego en
hogueras, como castigo ejemplarizante.
De ahí la prohibición que tenía todo
masón no sólo de revelar jamás la calidad de tal de un hermano sino la suya
propia. Tales prohibiciones subsisten hasta la fecha por la discriminación que
en algunos medios sufren los masones.
En épocas más recientes, en el siglo
XVIII, el Papa Clemente XII emite la primera bula condenatoria de la Orden en 1738 y la que le
sigue la de Benedicto XIV
en 1751, justificando la prohibición e ilegalidad de las reuniones de masones
en el "secreto" con que se rodeaban las mismas, en el juramento que
se hacía y en el Derecho Romano en vigor como sospechosos de ir contra la
tranquilidad pública. El mismo fundamento esgrimido por los totalitarismos del
siglo XX (fascismo, comunismo, nazismo, franquismo, etc.) para perseguir,
torturar y asesinar a masones por el sólo hecho de serlo. Es cierto que el
Papa, en cuanto que jefe de la
Iglesia, añade además en su condena la de ser sospechosos de
herejía por reunirse juntos católico y no católicos, hecho condenado entonces
con la pena de excomunión, precisamente cuando la presencia de católicos, e
incluso eclesiásticos, entre los masones era mayoritaria.
Esas actitudes de la Iglesia de Roma
engendraron reacciones por parte de algunos sectores de la Orden conocidas como las del
“anticlericalismo” tan negativas e intolerantes como lo que se pretendía
combatir, dando así “argumentos” a quienes no los tenían para atacar a la Masonería.
Desde el punto de vista
subjetivo, el “secreto masónico” se conoce
con el nombre de “secreto iniciático” o “misterios” de la Orden. Ello es
consecuencia de que la
Masonería es esencialmente una Orden iniciática y de que la verdadera iniciación, la sagrada,
se da en el campo de lo esotérico (del griego eiso-theo: yo hago entrar, es
decir dar paso al conocimiento de una verdad oculta), o sea de lo interno, lo
secreto, lo reservado a los iniciados. En contraposición con lo exotérico que
define lo público, lo externo.
Si
la Masonería es una sociedad secreta, lo es en virtud de que el universo es
también una organización secreta, tan secreta que tiene aspectos demasiados
herméticos y misterios prácticamente indescifrables para la mente humana común.
El interior de toda logia masónica
tiene que guardar esa estrecha relación con la constitución interna del
universo y con todas las características esenciales de la misma, ha de ser una fiel imagen suya. El
silencio y el secreto es una de esas características. El gran secreto de la masonería, que no
puede ser traicionado por nadie, es el del
significado profundo de sus símbolos. El caballero Ramsay lo afirmaba
aun en el siglo XVIII «Tenemos secretos, son signos figurativos y palabras
sagradas, que componen un lenguaje mudo a veces, muy elocuente otras, para comunicarlo
a la mayor distancia y para reconocer a nuestros colegas, sean de la lengua que
sean». La francmasonería moderna ha sabido conservar, pues, la riqueza esencial
de las sociedades iniciáticas de la Edad Media, a saber, el mundo simbólico que
permite, efectivamente, a algunos
hermanos llegar más allá de la expresión racional, de la raza, de la
cultura y del conjunto de los
condicionamientos humanos.
Por
ello, Oswald Wirth insistía tanto en la diferencia capital entre la
francmasonería definida como una organización material y administrativa y el
espíritu masónico, al que resumía así:
«Aprender a construir corresponde, en la iniciación, al gran arte de la Vida».
La vida construye sin cesar, es una obra en perpetuo devenir que los masones
intentan llevar hasta el más alto grado de perfección. La masonería primitiva
ofrecía a sus miembros, sobre todo, una concepción sagrada del trabajo y una
experimentación permanente de la espiritualidad por medio de la inteligencia y
de la mano.
Estamos
en el meollo del secreto masónico; por un lado, hay un organismo humano con sus debilidades y sus errores. Por
el otro, una Orden verdadera basada en la iniciación y en el simbolismo, una
Orden que sólo revela sus riquezas a quienes cruzan la puerta de los grandes misterios
y pasan de una iniciación ceremonial a una
iniciación real. Así, Hermann Hesse escribía sobre el juramento: «Aunque
me conceda la más entera libertad en lo que se refiere al relato de mis propias
aventuras, me prohíbe cualquier revelación referente al propio secreto de la
Orden». Según los testimonios de masones que «vivieron» el símbolo, este
secreto en espíritu solo se hace accesible a los adeptos que practican con
asiduidad la vía iniciática.
Los libros que anuncian grandes revelaciones
sobre los secretos masónicos sólo pueden ser imposturas, puesto que el
Conocimiento último de las verdades de la Orden se alcanza en el interior de
una logia y no podría verse comprometido sin haber sido vivido.
Este
«secreto», considerado de este modo por vanos escritores masónicos, es
innegablemente uno de los valores inmortales que tiene la masonería . No reside
en algunas «tras-logias» creadas por imaginaciones delirantes, sino en el
espíritu del masón que integra en su vida v en su pensamiento el mensaje del
simbolismo milenario que encuentra en su taller.
LA DISCRECIÓN MASÓNICA
Veamos, en primer lugar, como define,
textualmente, el Diccionario de la Enciclopedia Salvat
el término siguiente: “DISCRECIÓN, (Del lat. discretio. – tionis.) f. Sensatez para formar juicio y
tacto para hablar u obrar. Don de expresarse con agudeza, ingenio y oportunidad.
Expresión o dicho discretos.” La discreción de la Institución es otra
señal y la más importante. La forma inherente en ella, existiendo con ella
desde su misma fundación, y protegida por ella por medio de sus señales
antiguas. Si es desposeída de su carácter secreto, pierde su identidad, y cesa
de ser Francmasonería. Por consiguiente, todas las objeciones, que puedan
hacerse a la Institución
en lo relativo a su discreción, y como quiera que muchos torpes y
malintencionados en los días de prueba, por cuestión de conveniencia, intenten
desposeerla de su carácter secreto será una cosa siempre imposible de
verificarlo aún en el caso de que la señal no se interpusiera ante nosotros
como un obstáculo; por el cambio de tal naturaleza ocasionaría el suicidio
social, y la muerte de la Orden
le precedería en su forma manifiesta y legal. La Francmasonería,
como asociación secreta, ha vivido inalterable por siglos; como una sociedad
libre, no permanecería por muchos años
Por otra
parte, sabemos que el proceso de síntesis a través del conflicto de pares de
opuestos (pares simbolizado por el pavimento de mosaicos –blancos y negros – de
nuestras Logias y síntesis simbolizada por el triángulo equilátero – tesis,
antítesis, síntesis - , representación espacial del número 3, edad simbólica
del aprendiz masón), constituye el eje sobre el cual gira todo el sistema
masónico. En ese sentido, podríamos deducir que la “discreción” es la síntesis
de los pares de opuestos representados por los términos “secreto” y “público”.
En otros términos, que la “discreción” como síntesis superadora nos obliga a
conjugar estos dos aspectos de la Orden, aplicado para ello “sensatez para
formar juicio y tacto para obrar”.
En ese entonces eran medidas de
protección y control para impedir la introducción de profanos, de impostores de
la profesión, en las Logias.
Recordemos que los masones tenían sus Logias cerca del lugar de trabajo,
de los Castillos, las Abadías, las Catedrales, y no en los propios centros
urbanos como los tenían otras guildas; tenían una gran movilidad de lugar de
trabajo. Eran indispensables estas medidas protectoras y de reconocimiento.
Estos son los Secretos
Masónicos que juramos nunca revelar. Hoy en día estos secretos no sólo se
refieren al reconocimiento de un miembro de la Orden y de su estado profesional
o simbólico de los tres primeros grados sino, se amplia a cada uno de los
grados en cada rito y pasan a ser parte del Secreto masónico.
Más, nuestra calidad de Masones y los principios de la Orden como las buenas
obras que hacemos, son convenientes de divulgar con humildad.
Para cualquier persona que no sea masón, la Institución
Masónica siempre ha sido objeto de mitos y creencias mal fundadas, y es que el
natural ámbito misterioso y discreto de la Orden predispone a las personas a
mantener esta convicción. El sentido de misterio y de secreto en que se halla
envuelta la Orden, si para muchos es un gran atractivo, para otros es
morbo y ha sido ocasión de recelos, desconfianza, ataques injustificados y persecuciones
por parte del Estado y de la Iglesia.
Mas debe quedar en
claro que la Masonería no es una sociedad secreta en cuanto es una Institución legalmente constituida y sus fines son
igualmente conocidos por todos. Cuanto están enumerados en los Estatutos
aprobados por el Gobierno de la
Nación y ampliamente difundidos en diccionarios,
enciclopedias y publicaciones históricas.-
Pero en
épocas de cruenta persecución que en algunos países se ha lanzado contra la Masonería, es lógico que
se hayan constituido grupos de masones discretamente reservados, lo mismo que
hicieron los cristianos perseguidos por el Imperio Romano. Sin embargo- como es
fácil deducir- no es esta la verdadera motivación llamado secreto masónico.
Este se refiere al estudio e interpretación de los ritos y símbolos de la Orden, de los cuales surge
la utilidad de los trabajos realizados en las Logias.
Es bueno
reconocer dos categorías muy distintas de sociedades secretas:
a) Las organizaciones secretas (clandestinas) políticas,
cuya acción y ejercicio son de duración limitada y cuyos fines son concretos.-
b) Las sociedades iniciáticas que de ningún modo intentan
ocultarse, pero cuyo secreto consiste en reservar el conocimiento de los ritos
y ceremonias a los iniciados porque se trata de un método racional de
perfeccionamiento espiritual. La
Masonería es- por excelencias- una sociedad iniciática
Por lo
demás, cabe hacer notar que en las guías telefónicas constan los teléfonos y
dirección de las logias.
La Francmasonería es
una sociedad discreta. Es decir, la labor de la Francmasonería se
realiza fundamentalmente entre sus miembros, por lo que su proyección hacia el
exterior es poco notable. Su labor exterior básicamente radica en la actuación
de sus miembros, que aplican en los ámbitos social y personal los valores
aprendidos en las Logias. Además de lo dicho, es cierto que la Francmasonería
tiene secretos, como por lo demás los tienen muchos otros tipos de
instituciones como los bancos, los partidos políticos o los clubs de fútbol, lo
que no los convierte en sociedades secretas.
La masonería es una sociedad discreta
que tiene sus secretos.
V:.A:.H:.
Q:.H:. Pedro Moreno
Sarmiento M:.M:. de la R:.L:.S:. “Trabajo
y Honradez” Nº17.