domingo, 2 de febrero de 2014

Lindero XXIII El Secreto.


XXlll LINDERO.- QUE LA MASONERÍA ES UNA SOCIEDAD SECRETA EN POSESIÓN DE SECRETOS QUE NO SE PUEDEN DIVULGAR.-
El Secreto del latín Secretus, es algo oculto, escondido y separado del conocimiento de los demás. El Secreto por lo tanto es ignorado por la mayoría de las personas excepto por aquellos que comparten el secreto. Existen secretos de distintos tipos. Puede consistir en guardar una información o estar vinculado a una mentira. Esteban le confiesa a Jorge que va a comprar una casa pero que no le cuente a nadie. Esteban y Jorge comparten un secreto. Si otra persona le pregunta a Jorge él responde que no ya que guarda el secreto con una mentira. El secreto se convierte en un sello de certificación de que lo conocido no será revelado.
Guardar un secreto implica más que el puro acto de no revelar, implica una relación fiduciaria ( Fiducia del latín que se traduce como confianza). Ello pasa como reconocer al otro como persona objeto de confianza, de lealtad y de reconocimiento de derecho.
Este es uno de los límites masónicos más evidentes e indiscutibles de todos. El principio del secreto es una de las características más destacadas en el Universo y en la Masonería. Si se prescindiera de él, dejaría ésta de ser lo que es. Tan destacada es esta característica que la Masonería se halla catalogada como una sociedad secreta.
¿Cuál es, entonces, el motivo para el secreto y el misterio en ella? No es posible encontrar una respuesta satisfactoria y lógica a esta pregunta mientras se la busque en el aspecto material de la Masonería. Si lo material fuera el todo de la misma, bien se podría prescindir  de su carácter secreto.
La Masonería es una organización mucho más oculta de  lo que parece a simple vista. En sus ritos y ceremonias yacen ocultas las fuerzas relacionadas con el desarrollo de los aspectos divinos del hombre.
La ocasión nos obliga a recalcar que los límites que determinan la constitución de la Masonería no se basan en lo aparente y temporal, sino en lo subjetivo y eterno. El secreto a que se refiere este límite, y en que se funda la Masonería, no es, por tanto, algo objetivo sino subjetivo e invisible.
No hay nada material acerca de la Masonería que no pueda conocer cualquier profano que se moleste en consultar libros sobre ella, que se hallan en venta al público. Dada su naturaleza, no tiene nada que sea motivo de secreto en lo externo. Es en lo interno en que está el secreto masónico.
Para hallar una explicación lógica para el principio del secreto, debemos acudir al Maestro en cuyas enseñanzas se funda la Masonería; valer decir, la naturaleza o el universo.
Para que sus enseñanzas estén siempre presentes, la Masonería ofrece  en toda Logia una imagen suya y de su actuación, a través de sus símbolos y ritos.
Así como secreto e invisible es a los ojos profanos lo que transcurre en el interior del universo y de nuestro ser en su evolución, corresponde, por analogía, que lo sea también el interior de una Logia.
Si la Masonería es una sociedad secreta, lo es en virtud de que el universo es también una organización secreta, tan secreta que tiene aspectos demasiados herméticos y misterios prácticamente indescifrables para la mente humana común.
El interior de toda Logia masónica tiene que guardar esa estrecha relación con la constitución interna del universo y con todas las características esenciales de la  misma, ha de ser una fiel imagen suya. El silencio y el secreto es una de esas características.
El silencio significa callar. Con este sentido en mente, el masón debe trabajar en el mundo exterior, en lo que respecta a la Masonería, considerando que el profano representa el mundo externo, por lo cual debe callar ante él. Es  por esto que la palabra silencio se emplea tan enfáticamente en los rituales masónicos, y por qué el masón debe aprender a callar. Por este motivo el silencio es la primera lección del Aprendiz.
Los verdaderos misterios y secretos de la Masonería están ocultos en sus símbolos, ritos, signos, toques y palabras. La existencia material de los símbolos no es ningún secreto, pero sí el significado que tiene para cada uno. Esto es un secreto oculto, cuya revelación cada uno debe descubrir por sí mismo.
Las verdades masónicas, por tanto, son secretas y están envueltas en misterio porque se hallan escondidas en símbolos y  alegorías. El simbolismo masónico constituye un lenguaje secreto. Ese secreto, custodiado por símbolos,  tan solo lo podremos conocer cuando nos volvamos dignos de ellos. Exigen un “precio” en cada masón.
Para que nadie se llame a engaño conviene aclarar que, si bien los secretos masónicos están ocultos en su simbolismo peculiar, las verdades que ocultan no son exclusivas de la Masonería, pues las mismas son universales.
El hecho que la Masonería, como lo indican sus Logias, sea un camino de Occidente al Oriente simbólico, vale decir, de la Oscuridad a la Luz, implica algo secreto, invisible y oculto que debe ser develado y traído a la luz. Esto que se halla escondido en la oscuridad de nuestro ser es el verdadero secreto de la Masonería.
La Masonería es una institución secreta. Esto  significa que la Orden es una Institución que tiene sus fines propios que persigue de acuerdo con ciertos métodos tradicionales de educación, que se imparte a sus miembros a través de la Iniciación, pues la Masonería es una Institución Esotérica.
         No es una institución cerrada. Pueden ser miembros de ella todos los individuos que lo deseen y que reúnan los requisitos señalados por la Orden; pero la Orden es tradicionalmente secreta.
Existen cosas que no todas las personas deben saber y/ o tener acceso a ellas, pues no harían un buen uso de estas herramientas si no se les ha enseñado a usarlas correctamente, se requiere de un estado especial de conocimiento y actitud ante ellas. Por ejemplo el poder militar, económico o científico en manos de un desequilibrado mental o de un fanático.
Para dar un ejemplo práctico: muy pocas personas podrían presenciar una cirugía de corazón abierto, pues no sabrían cómo comportarse en una sala de cirugía mayor, y no entenderían lo que se hace allí ni por qué se hace, si no han tenido un entrenamiento previo. Es similar; se requiere una iniciación y una preparación, precedidas de ciertas características.
 La discreción de la Institución es otra señal y la más importante, de forma que la discreción absoluta es algo inherente a la Masonería, existiendo con ella desde su misma fundación, y protegida por ella por medio de sus señales antiguas. Si es desposeída de su carácter secreto pierde su identidad y cesa de ser Francmasonería. Por consiguiente, todas las objeciones que puedan hacerse a la Institución en lo relativo a su discreción deben de ser rechazadas. Sin prestar atención a los muchos torpes y mal intencionados que, por cuestión de conveniencia, intenten desposeerla de su carácter secreto, tomando las medidas que hagan siempre imposible la perdida de la señal, aún en el caso en el que ésta no se interpusiera ante nosotros como obstáculo. Porque un cambio de tal naturaleza ocasionaría el suicidio social y la muerte de la Orden. La Francmasonería, que como asociación secreta ha vivido inalterable por signos, no permanecería por muchos años como una sociedad libre y abierta
           Este “landmark”  consagra el llamado “secreto masónico” legado por la Tradición y respetado, en lo esencial, por la Masonería en los tiempos actuales. Asimismo, están íntimamente relacionado con el mismo el método de reconocimiento (“landamrks 1*) y la necesidad de que cada logia trabaje a cubierto o sea protegida de los profanos (“landamrks” 11º). Alberto Mackey nos da una precisa definición de este “landmarks” , en los siguientes términos: “El secreto de la Institución es otra Marca (Landmarks) importantísima. Alguna dificultad se opone a la exacta definición de una “sociedad secreta”. La Masonería No es sociedad secreta en el estricto concepto lógico de una de aquellas asociaciones cuyos propósitos se resguardan rigurosamente del conocimiento público, cuyos miembros son desconocidos, que trabajan y laboran en tinieblas y cuyas operaciones se ocultan a la vista pública. A esta clase de sociedades pertenecen los centros políticos de carácter revolucionarios que se forman en los países gobernados despóticamente, donde las reformas se han de lograr por la fuerza y la violencia si acaso se logran. La Masonería no pertenece a este linaje de sociedades secretas, pues sus propósitos y su finalidad son de dominio público y los encomian los masones como cosa merecedora de veneración. Se conoce públicamente a los masones porque se considera una honra pertenecer a la Masonería, cuya labor ha de dar un resultado del que los masones se glorían, cual es el perfeccionamiento del hombre, la mejora de las condiciones de la vida humana y la reforma de las costumbres. Pero la Masonería es una sociedad secreta si por tal se entiende una sociedad con cierta suma de conocimientos, y un método de reconocerse sus miembros, y varias enseñanzas que sólo se comunican a los que han pasado por una establecida forma de iniciación esotérica. Esta índole de secreto es inherente a la Masonería desde su fundación, y está asegurada por sus antiguas Marcas características, de suerte que despojada de este carácter secreto dejaría de ser Francmasonería”
          Este es uno de los límites masónicos más evidentes e indiscutibles de todos. El principio del secreto es una de las características más destacadas en el universo y en la Masonería. Si se prescindiera de él, dejaría ésta de ser lo que es. El secreto masónico y los juramentos prestados para asegurar su cumplimiento, entre  otras responsabilidades propias del  masón, tienen, desde un punto de vista estrictamente objetivo un sólido fundamento en la persecución, torturas y asesinatos, en muchos casos, de que fueran objeto los miembros de la Orden por su simple calidad de tales y por ende portadores y defensores de sus principios, en particular la tolerancia, la libertad y la igualdad. En documentos fechados a fines del siglo XIV ya se mencionan estos juramentos y aquellas responsabilidades. Dentro del marco de esa época, los masones marcan un raro aspecto de tolerancia ya que nadie podía aventurarse a discrepar con las doctrinas aceptadas e impuestas por la Iglesia de Roma (llamada Católica, Apostólica y Romana). Había una especie de simbiosis entre esa Iglesia y el Estado y de hecho el hereje era un enemigo del Estado y por ende colocado fuera de la ley. Esto significaba mucho más que lo que hoy llamamos estar “fuera de la ley”. En aquella época implicaba la pérdida total de derechos, se dejaba en la práctica de ser una persona y no generaba responsabilidad alguna torturarlo, matarlo o apoderarse de sus bienes.
          Era también la época del auge de la Inquisición instituida y ejercitada por la Iglesia de Roma contra los imputados por herejía (sin derecho alguno de defensa y con la aplicación de la tortura como método legal de interrogatorio) con condenas que incluía la muerte  por el fuego en hogueras, como castigo ejemplarizante.
          De ahí la prohibición que tenía todo masón no sólo de revelar jamás la calidad de tal de un hermano sino la suya propia. Tales prohibiciones subsisten hasta la fecha por la discriminación que en algunos medios sufren los masones.
          En épocas más recientes, en el siglo XVIII, el Papa Clemente XII emite la primera bula condenatoria de la Orden en 1738 y la que le sigue la de Benedicto XIV en 1751, justificando la prohibición e ilegalidad de las reuniones de masones en el "secreto" con que se rodeaban las mismas, en el juramento que se hacía y en el Derecho Romano en vigor como sospechosos de ir contra la tranquilidad pública. El mismo fundamento esgrimido por los totalitarismos del siglo XX (fascismo, comunismo, nazismo, franquismo, etc.) para perseguir, torturar y asesinar a masones por el sólo hecho de serlo. Es cierto que el Papa, en cuanto que jefe de la Iglesia, añade además en su condena la de ser sospechosos de herejía por reunirse juntos católico y no católicos, hecho condenado entonces con la pena de excomunión, precisamente cuando la presencia de católicos, e incluso eclesiásticos, entre los masones era mayoritaria.
          Esas actitudes de la Iglesia de Roma engendraron reacciones por parte de algunos sectores de la Orden conocidas como las del “anticlericalismo” tan negativas e intolerantes como lo que se pretendía combatir, dando así “argumentos” a quienes no los tenían para atacar a la Masonería.
          Desde el punto de vista subjetivo,  el “secreto masónico” se conoce con el nombre de “secreto iniciático” o “misterios” de la Orden. Ello es consecuencia de que la Masonería es esencialmente una Orden iniciática y  de que la verdadera iniciación, la sagrada, se da en el campo de lo esotérico (del griego eiso-theo: yo hago entrar, es decir dar paso al conocimiento de una verdad oculta), o sea de lo interno, lo secreto, lo reservado a los iniciados. En contraposición con lo exotérico que define lo público, lo externo.
         Si la Masonería es una sociedad secreta, lo es en virtud de que el universo es también una organización secreta, tan secreta que tiene aspectos demasiados herméticos y misterios prácticamente indescifrables para la mente humana común.
          El interior de toda logia masónica tiene que guardar esa estrecha relación con la constitución interna del universo y con todas las características esenciales de la  misma, ha de ser una fiel imagen suya. El silencio y el secreto es una de esas características. El gran secreto de la masonería, que no puede ser traicionado por nadie, es el del  significado profundo de sus símbolos. El caballero Ramsay lo afirmaba aun en el siglo XVIII «Tenemos secretos, son signos figurativos y palabras sagradas, que componen un lenguaje mudo a veces, muy elocuente otras, para comunicarlo a la mayor distancia y para reconocer a nuestros colegas, sean de la lengua que sean». La francmasonería moderna ha sabido conservar, pues, la riqueza esencial de las sociedades iniciáticas de la Edad Media, a saber, el mundo simbólico que permite, efectivamente, a algunos  hermanos llegar más allá de la expresión racional, de la raza, de la cultura y del conjunto  de los condicionamientos humanos.
Por ello, Oswald Wirth insistía tanto en la diferencia capital entre la francmasonería definida como una organización material y administrativa y el espíritu  masónico, al que resumía así: «Aprender a construir corresponde, en la iniciación, al gran arte de la Vida». La vida construye sin cesar, es una obra en perpetuo devenir que los masones intentan llevar hasta el más alto grado de perfección. La masonería primitiva ofrecía a sus miembros, sobre todo, una concepción sagrada del trabajo y una experimentación permanente de la espiritualidad por medio de la inteligencia y de la mano.
Estamos en el meollo del secreto masónico; por un lado, hay un organismo  humano con sus debilidades y sus errores. Por el otro, una Orden verdadera basada en la iniciación y en el simbolismo, una Orden que sólo revela sus riquezas a quienes cruzan la puerta de los grandes misterios y pasan de una iniciación ceremonial a una  iniciación real. Así, Hermann Hesse escribía sobre el juramento: «Aunque me conceda la más entera libertad en lo que se refiere al relato de mis propias aventuras, me prohíbe cualquier revelación referente al propio secreto de la Orden». Según los testimonios de masones que «vivieron» el símbolo, este secreto en espíritu solo se hace accesible a los adeptos que practican con asiduidad la vía iniciática.
 Los libros que anuncian grandes revelaciones sobre los secretos masónicos sólo pueden ser imposturas, puesto que el Conocimiento último de las verdades de la Orden se alcanza en el interior de una logia y no podría verse comprometido sin haber sido vivido.
Este «secreto», considerado de este modo por vanos escritores masónicos, es innegablemente uno de los valores inmortales que tiene la masonería . No reside en algunas «tras-logias» creadas por imaginaciones delirantes, sino en el espíritu del masón que integra en su vida v en su pensamiento el mensaje del simbolismo milenario que encuentra en su taller.
          LA DISCRECIÓN MASÓNICA
          Veamos, en primer lugar, como define, textualmente, el Diccionario de la Enciclopedia Salvat el término siguiente: “DISCRECIÓN, (Del lat. discretio. – tionis.) f. Sensatez para formar juicio y tacto para hablar u obrar. Don de expresarse con agudeza, ingenio y oportunidad. Expresión o dicho discretos.” La discreción de la Institución es otra señal y la más importante. La forma inherente en ella, existiendo con ella desde su misma fundación, y protegida por ella por medio de sus señales antiguas. Si es desposeída de su carácter secreto, pierde su identidad, y cesa de ser Francmasonería. Por consiguiente, todas las objeciones, que puedan hacerse a la Institución en lo relativo a su discreción, y como quiera que muchos torpes y malintencionados en los días de prueba, por cuestión de conveniencia, intenten desposeerla de su carácter secreto será una cosa siempre imposible de verificarlo aún en el caso de que la señal no se interpusiera ante nosotros como un obstáculo; por el cambio de tal naturaleza ocasionaría el suicidio social, y la muerte de la Orden le precedería en su forma manifiesta y legal. La Francmasonería, como asociación secreta, ha vivido inalterable por siglos; como una sociedad libre, no permanecería por  muchos años
          Por otra parte, sabemos que el proceso de síntesis a través del conflicto de pares de opuestos (pares simbolizado por el pavimento de mosaicos –blancos y negros – de nuestras Logias y síntesis simbolizada por el triángulo equilátero – tesis, antítesis, síntesis - , representación espacial del número 3, edad simbólica del aprendiz masón), constituye el eje sobre el cual gira todo el sistema masónico. En ese sentido, podríamos deducir que la “discreción” es la síntesis de los pares de opuestos representados por los términos “secreto” y “público”. En otros términos, que la “discreción” como síntesis superadora nos obliga a conjugar estos dos aspectos de la Orden, aplicado para ello “sensatez para formar juicio y tacto para obrar”.
 En ese entonces eran medidas de protección y control para impedir la introducción de profanos, de impostores de la profesión, en las Logias.
Recordemos que los masones tenían sus Logias cerca del lugar de trabajo, de los Castillos, las Abadías, las Catedrales, y no en los propios centros urbanos como los tenían otras guildas; tenían una gran movilidad de lugar de trabajo. Eran indispensables estas medidas protectoras y de reconocimiento.
          Estos son los Secretos Masónicos que juramos nunca revelar. Hoy en día estos secretos no sólo se refieren al reconocimiento de un miembro de la Orden y de su estado profesional o simbólico de los tres primeros grados sino, se amplia a cada uno de los grados en cada rito y pasan a ser parte del Secreto masónico.
Más, nuestra calidad de Masones y los principios de la Orden como las buenas obras que hacemos, son convenientes de divulgar con humildad.
Para cualquier persona que no sea masón, la Institución Masónica siempre ha sido objeto de mitos y creencias mal fundadas, y es que el natural ámbito misterioso y discreto de la Orden predispone a las personas a mantener esta convicción. El sentido de misterio y de secreto en que se halla envuelta la Orden, si para muchos es un gran atractivo, para otros es morbo y ha sido ocasión de recelos, desconfianza, ataques injustificados y persecuciones por parte del Estado y de la Iglesia.
Mas debe quedar en claro que la Masonería no es una sociedad secreta en cuanto es una Institución legalmente constituida y sus fines son igualmente conocidos por todos. Cuanto están enumerados en los Estatutos aprobados por el Gobierno de la Nación y ampliamente difundidos en diccionarios, enciclopedias y publicaciones históricas.-
          Pero en épocas de cruenta persecución que en algunos países se ha lanzado contra la Masonería, es lógico que se hayan constituido grupos de masones discretamente reservados, lo mismo que hicieron los cristianos perseguidos por el Imperio Romano. Sin embargo- como es fácil deducir- no es esta la verdadera motivación llamado secreto masónico. Este se refiere al estudio e interpretación de los ritos y símbolos de la Orden, de los cuales surge la utilidad de los trabajos realizados en las Logias.
          Es bueno reconocer dos categorías muy distintas de sociedades secretas:
a) Las organizaciones secretas (clandestinas) políticas, cuya acción y ejercicio son de duración limitada y cuyos fines son concretos.-
b) Las sociedades iniciáticas que de ningún modo intentan ocultarse, pero cuyo secreto consiste en reservar el conocimiento de los ritos y ceremonias a los iniciados porque se trata de un método racional de perfeccionamiento espiritual. La Masonería es- por excelencias- una sociedad iniciática

          Por lo demás, cabe hacer notar que en las guías telefónicas constan los teléfonos y dirección de las logias.
           La Francmasonería es una sociedad discreta. Es decir, la labor de la Francmasonería se realiza fundamentalmente entre sus miembros, por lo que su proyección hacia el exterior es poco notable. Su labor exterior básicamente radica en la actuación de sus miembros, que aplican en los ámbitos social y personal los valores aprendidos en las Logias. Además de lo dicho, es cierto que la Francmasonería tiene secretos, como por lo demás los tienen muchos otros tipos de instituciones como los bancos, los partidos políticos o los clubs de fútbol, lo que no los convierte en sociedades secretas.
La masonería es una sociedad discreta que tiene sus secretos.
V:.A:.H:.

Q:.H:. Pedro Moreno Sarmiento  M:.M:. de la R:.L:.S:. “Trabajo y Honradez” Nº17.

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