Era tan temprano, que
aun el Sol seguía durmiendo, la luna en su recorrido estaba fuerte de luz. El
manto del silencioso sueño de la ciudad ocultaba el ronquido de las ideas. Los
postes que no alumbraban a nadie, se abrazaban unos a otros con los alambres
cargados de energía.
Tambaleando como un
trompo que se le acaba la cuerda, el vampiro de ideas vuelve a su casa. Sólo, en
la calle desierta. No ha sido una buena noche. En esta ciudad los habitantes…
son anémicos de ideas.
Pedro Vampiro.
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