La guerra de los
inmortales es espiritual, pero las armas son materiales. El bien y el mal se
materializan como armas espirituales en el ser humano que habita la tierra como
campo de batalla.
Arrinconado junto con
el mal y sellado con siete sellos, el hombre y los demonios, luchan, unos por
salir y otros por quedarse. Pero las riquezas momentáneas, las ambiciones
terrenales, el creerse lo máximo de la creación, lo aíslan más de su destino
espiritual. Los demonios no quieren regresar. Que les importa, ellos son
inmortales en la tierra, aun esclavizados en ella. Más nosotros nos
espiritualizaremos y con la ayuda del GADU partiremos a nuestro destino final, el cual
desconocemos.
Pedro Moreno
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