domingo, 18 de agosto de 2013

El primo Smeli


                 EL PRIMO ESMELI
Lo llamaron Esmeli porque su Papá que era estibador en el Puerto de Pisco, tenía un amigo americano que le llamaba Smail (sonrisa) y en honor a ello escribiendo mal, lo llamó Esmeli.
La tarde polvorienta de paraca daba un aspecto tétrico cuando conocí a Esmeli, un jovenzuelo de 12 años de edad, la misma que yo tenía. Pero el aparentaba más, era mucho más despierto, vivaracho, era el típico niño joven del puerto, con su andar achorado del que sabe donde ubicar lo que necesita. Era un primo bien lejano, pero primo. Me midió de pies a cabeza y casi casi éramos del mismo tamaño pero claro que me ganaba lejos en experiencia de calle. Era el líder de un grupillo de palomillitas de orilla playera.
El olor a pescado quemado del ambiente era irrespirable para mí cuando me presentó a su manchita, eran como 10 jovenzuelos casi de la misma edad que se recurseaban vendiendo cigarros, licores y conservas que llegaban de los barcos extranjeros al muelle de Pisco. Mientras ellos ya tenían ingresos, yo recibía muy pequeñas propinas.
Esmeli y sus amigos me llevaron a las galerías de los cinemas de la provincia en blanco y negro, ellos fumaban dándoselas de grandes y yo no podía respirar. Hasta pagaban sus cebiches cerca del muelle. Prácticamente solo iban a dormir a sus casas. Mi primo Esmeli era el líder del grupo.
Una tarde soleada llegamos a la canchita de futbol y desafiaron a otro grupo parecido a un encuentro y el trofeo era un pozo de dinero que lo cazaba algún hombre mayor que siempre espectaba el partidito. Pero Esmeli no jugaba, no tenia noción de futbol, sus movimientos con la pelota eran torpes, como que no coordinaba lo que pensaba hacer con el movimiento de sus pies. Era un inútil para el futbol. Era la barra brava.
Yo, él y tres suplentes en la barra y el ardoroso encuentro era visto hasta por las gaviotas que en el aire se mantenían estáticas como mirando el partido. Hasta que me pregunta si yo sabía jugar. Le dije que sí y la verdad que yo jugaba y muy bien. Fue un partido de gran alegría sobre todo para mi primo que sacaba pecho cada vez que hacía yo una buena jugada.
Empezó a desafiar a otros grupos de la zona y ganábamos más que perdíamos y jugábamos a dinero. Mi primo me miraba ya diferente. Era mi hincha y yo era su primo que hacia lo que él no podía. Jugar pelota.
Así entre triunfos y derrotas pasábamos las tardes del mes en vacaciones, entre la orilla de la Playa y las canchitas pedregosas, marco de ardorosos partidos de fulbito, hasta que un artero faul confundiome con la pelota y se armo una bronca descomunal que hasta ahora me asusta, como éramos visitantes la cosa era salir de ahí como sea. Yo solo jalaba a mi primo como cuando el jalaba con el cordel algún pez curioso enganchado al anzuelo, con tan mala suerte que una piedra no muy grande pero menos mal que pulida por la vida de piedra marina golpea el centro de mi frente y sangra como desborde de rio bañando mi cara de sangre y susto.
Llegué a la casa con un pedazo de telaraña que hacia el papel de gasa y un curita pegado a la frente tratando de tapar lo evidente y de inmediato en calidad de bulto me embarcaron a mi tierra.
Del Primo Esmeli ya no supe mucho porque fui a Lima internado al Colegio Militar, solo que a veces las noticias no eran buenas. Murió la mamá de mi primo, las amistades con las que mataperreaba se hicieron grandes y se dedicaron a cosas no muy santas y fuera de la Ley. Lo mejor es distanciarse para no comprometerse.
Que habrá sido de la piedra que rompió mi frente, que de la briza del mediodía, de la galería del cine provinciano, que de los olores de la harina de pescado, que del muelle, que de las gaviotas, que de los camarones en la boca del rio pisco al llegar al mar, que de las noches veraniegas frescas del puerto.
La verdad no podía olvidar jamás esas vacaciones porque todas las mañanas al peinarme y ver mi cara en el espejo, resaltaba la cicatriz en mi frente que impedía ser olvidada.
La vida continua y no puede ser detenida ni un segundo, no hay tiempo para pensar, hay que estudiar, trabajar para sobrevivir y avanzar hacia no sabemos dónde, dejar las cosas que pasaron y buscar el camino correcto que siempre nos llevara a la tumba, vayamos por donde vayamos, hagamos lo que hagamos todos llegaremos a no sabemos dónde.
Ya era como al medio día cuando mi amigo Julio y yo entramos al mercado de frutas, el olor indefinido por la variedad de frutas nos hacia recordar  el aroma del jugo surtido. Pacaes, mangos, mandarinas, peras chilenas, melones, sandias, piñas, plátanos de Mala y otras frutas al por mayor.
Buscando ya no la chacra sino el producto, el mejor precio, y la calidad de la fruta, Julio me indica que pruebe una fruta de su zona, el aguaimanto, una pequeña bolita de color rojo envuelta en un capullo beige de un sabor nuevo y agradable, el tomate de árbol, el Kake, frutas que avivan mis papilas gustativas por sabores nuevos y agradables.
Creo que el hombre en sus comienzos solo comía fruta,  o iba a ningún mercado, la naturaleza le brindaba lo mejor que podía, el Paraíso era de pura fruta, seguramente no había yerba mala. No creo que los animales  en el Paraíso hayan servido la mesa de nadie.
Tiene razón Julio, las frutas de Huánuco, quizá por el buen clima, sol en el día, frio en la noche, le dá ese dulzón de la región que la hace particular al paladar.
El vendedor sorprendentemente amable, nos hacía probar de una o de la otra que al final llevamos un poco de cada una.
Al despedirnos, me dice: A ti te conozco. Adivina quién soy. Ni la menor idea. Menos de Huánuco. Yo nunca he estado por allá. Yo sé por qué tienes esa cicatriz en la frente. No puede ser. El primo Esmeli.
Había fugado por un problema judicial hacia Huánuco, donde tuvo dos compromisos. Se dedicó al cultivo y no volvió a delinquir (según él). La verdad que le iba muy bien, uno de sus hijos había estudiado para Ing. Agrónomo y se dedicaba al cultivo de frutos de la región hasta ayer que lo embarcó para Estados Unidos donde iba a sembrar los mismos frutos para probar si se podían cultivar en ese País. El tenía que regresar a Huánuco para hacerse cargo de la chacra. Era otra persona, la vida lo había cambiado pero para bien. Primo le dije: Te estarán extrañando las gaviotas, los peces de la playa, la briza del mar, las paracas de la tarde, el cine, las piedra redondas de la orilla, las rayas, las tortugas marinas.
No primo – me dijo – el hombre tiene por casa el mundo, por sábana las nubes, las luces de los luceros no te pasan recibo por su luz. El peor enemigo del hombre es otro hombre o el mismo no puede o trata de ganarse a sí mismo, pero sin trampas. La vida lo había puesto medio filósofo. Que habría sido de la araña que tejió la gasa que paró la hemorragia en tu frente. Que ha sido de nuestros recuerdos de la infancia. El hombre es como la fruta que la planta con cariño y dedicación fabrica pero no sabe quien se la va comer o si se pudrirá o algún gusano la atravesará con sus túneles podridos. Pero igual la planta produce la fruta con esfuerzo, cumpliendo su función sin pensar en el futuro de su fruto. Si pudiera me llevaría un pedazo de mar para Huánuco, solo para darme el gusto de pescar en las alturas.

Intercambiamos números y detalles, Sé que no me llamará, sé que no lo llamaré, pero me dio gusto encontrarme con mi pasado y la alegría de saber que mi primo que antes era tiburón de mar, es hoy una mansa trucha de las alturas.
Pesé la fruta en mi casa y le faltaban 200 gramos a cada Kilo. Ese es mi primo.
Q:.H:. Antonio Lopez i Reyes.




















sábado, 17 de agosto de 2013

La Papaya


LA PAPAYA
Ya pasado el mediodía con su sol fuerte y ardiente, decidió sembrar una planta de papaya que le había enviado un amigo desde Huánuco. Tomando la lampa y el pico por lo duro del terreno, tomó la planta que ya crecía un metro de altura y cuyas raíces estaban cubiertas por una bolsa negra de plástico empezando con la siembra de una fruta muy agradable.
Transpirando por el esfuerzo, el sonido de la lampa terminando la siembra, se confundió en el silencio del jardín con una suave voz que venia no sé de donde y escuchó claramente decir: gracias. Entonces, la lampa asustada cayó de sus manos encima del pico que haciéndose el desentendido yacía en el suelo. Era la vos de la planta que le decía:
-Permítame presentarme. Soy la papaya, una fruta tropical, algunos me llaman melón de árbol, otros, mamón, zapote y otros, simplemente árbol de la buena salud. Tengo propiedades laxantes y combato el estreñimiento por mi alto contenido de fibra –seguía presentándose la papaya- calmo el dolor de estómago debido a que poseo la papaína, poseo grandes cantidades de vitamina C y refuerzo las defensas del organismo, mis semillas contienen la carpasemina que ayuda a eliminar los parásitos intestinales, mi pulpa contiene vitamina A, calcio y fosforo más B2 y niacina, mi jugo puede quitar manchas de piel y mejorar eczemas  o reacciones alérgicas. Mi familia es de las caricáceas originaria de centro América, pero ahora me cultivan en todos los continentes, en alguno de los cuales estoy relacionada con la fertilidad.
-Bienvenida seas –respondió- luego de esa gran presentación no puedo más que darte la bienvenida.
-En buena hora- respondieron los cardenales rojos que se mecían con un suave viento de la tarde.
-Que no hable mucho y que crezca rápido, que florezca y que de frutos para ver si es verdad, -En coro hablaron los geranios-
-Los pacayes tiernos dudaron y en voz alta dijeron: Bienvenida.
-Las gramas verdes y recién mojadas comentaron que nunca habían visto a una planta de papaya, pero que planta es planta y ya veremos.
El sol de la tarde ya no calentaba como al mediodía, pero gustoso daba su luz y miraba como si estuviera cerca, la reunión de las plantas y arbustos. Desde la creación del mundo había dado energía a toda la vegetación del planeta, pero esta vez le llamó la atención la manera en que se comunicaban entre ellas, en la huerta nueva que ya empezaba a poblarse de vegetales que buscaban un lugar para desarrollarse sin moverse de su lugar.
-¿De donde vienes? –Preguntó una planta joven de guanábana que luchaba contra una invasión de caracoles que no la dejaban crecer-
-Vengo de la región de Huánuco –respondió la papaya- un lugar de buen clima, con bastante agua, lejos de aquí. Nací en un almácigo del cual soy una superviviente. Mis raíces tenían de límite una bolsa plástica que representaba algo así como mi maleta de viaje, señal de que me iban a llevar a otro lugar para completar mi desarrollo.
-No creo que hayas venido volando –comentó la ruda-
-Bueno, las plantas no vuelan, solo las semillas se esparcen o por los pájaros o por los humanos que transportan la semilla o por el agua de los ríos y acequias que bajan de las alturas para regar la costa; pero a mí me trajeron en ómnibus, en el lugar de la carga. Con mucho cuidado porque solo poseo un tronco sin ramas. Luego un humano me trajo de regalo a un amigo al cual me he presentado y espero que este sea el lugar indicado para vivir.
-Te damos la bienvenida –Nuevamente y a coro dijeron los cardenales- pero debes saber que en este huerto, todas las plantas somos jóvenes, no tenemos mucho tiempo de haber sido sembradas, exceptuando a las flores que ya están floreciendo, los frutales están completando su crecimiento.
-Es cierto –comentó la palta- yo aún no he florecido y el tiempo de producción aún es largo, pero aquí el jardinero nos habla de mañana y nos saluda planta por planta y eso nos hace felices de estar acá.
-Lo que dices es cierto-habló la yerba mala-
Una paloma que volaba buscando un charco de agua, se posó en el cardenal e intrigada, preguntó: ¿Qué es lo que ocurre?
-Estamos dando la bienvenida a una nueva planta a nuestro nuevo huerto – dijo la granadilla- y esperamos que al amanecer con el canto de las aves como tú, nos alegren las mañanas, sobre todo las friolentas.
-Por eso ni se preocupen- respondió la paloma- tenemos un conjunto musical de trinos mañaneros que todo el huerto se levantará con alegría.
Las plantas empezaron a murmurar entre ellas creando sonidos que se cubrían unos a otros y ya yo se entendía nada.
¡Orden, orden! -Exclamó el hombre- debemos tener un orden para entendernos –todos callaron- Vamos a ver. ¿Cómo creen ustedes que era el Paraíso terrenal? ¿Con qué plantas estaba sembrado? ¿Cómo se imaginan ustedes que era la flora paradisiaca?
-Yo creo - habló el cardenal rojo- que en el Paraíso había un clima ideal para el desarrollo de las plantas. Una eterna primavera. En consecuencia, ningún vegetal conocía mal clima. Incluimos a las aves, los animales y el hombre.
-De acuerdo .dijo el geranio- pero esa primavera también era para la yerba mala-
-Qué pasó –pregunta la yerba mala- es claro que si había para todos, entonces reinaba la justicia. Nadie hacia a los otro lo que no quisiéramos que se nos haga a nosotros. Todos teníamos nuestro espacio, por tanto las plantas malas nunca invadían el espacio de las buenas. Y todos en Paz.
-Bueno, y entonces qué pasó? –Preguntó la ruda-
-Yo también pregunto lo mismo –replicó el pacay-
El hombre se agarró la cabeza como pensando una respuesta y dijo: Dios expulsó al hombre y su pareja del paraíso por desobediente.
-¿Qué culpa tenemos entonces las plantas? -Preguntaron en coro-
Yo creo –dijo el hombre- que en el Paraíso las plantas podían trasladarse de un lugar a otro. Que efectivamente el clima era una eterna primavera. Pero, la fruta prohibida tuvo que ser de un árbol. Por lo tanto, Dios expulsó al hombre y a las plantas por ser sus cómplices. Condenó al hombre a trabajar para vivir y a las plantas vivir sin trabajar pero sin movilidad. Pero al final todos vamos regresar al Paraíso. Dios tiene que perdonarnos.
Todos los animales también regresarán. Pero la serpiente no lo sé.
¡Apúrate, que ya es hora de ir al trabajo! –una potente vos llama al hombre- En ese momento desea ser una planta. Aunque sea yerba mala.

Q:.H:. Antonio López y Reyes

lunes, 12 de agosto de 2013

Cuerito Chinchano


CUERITO CHINCHANO
Voy a arrullar esta oscura noche,
Para que se duerma en tu cama.
Voy a oscurecer el cielo,
Para que no te miren los luceros.
Voy a esperar a la mañana,
Para que tu cara me ilumine el día.
Voy a mirar con mis manos,
Tu oscura figura color noche.
Voy a blanquear mis deseos,
En un cuerpo oscuro y bello.
La belleza y la sabiduría no tienen color.
Y Salomón sin verse se quedó dormido,
La oscura reina de Saba también.


Q:.H:. Pedro Moreno

sábado, 3 de agosto de 2013

El Lindero 19 Existencia de Dios como GADU

    
EL LINDERO 19º.-LA CREENCIA EN LA EXISTENCIA DE DIOS COMO GRAN ARQUITECTO DEL UNIVERSO .-
Yo no sé si dios existe pero si existe sé que no le va a molestar mi duda (benedeti).
Nadie conoce a Dios en su esencia sino el mismo.
 La creencia de la existencia de Dios como el Gran Arquitecto del Universo, es una de las más importantes señales (landmarks) de la Orden. Ha sido siempre admitido que la negativa de la existencia del Poder Supremo como Autoridad Preeminente es una descalificación absoluta para la iniciación. Las mismas ceremonias de iniciación al primer grado prohíben y desde luego impiden la posibilidad de tal incidente.
Tanto la Masonería (por el hecho de ser una reproducción simbólica de la constitución del universo), como el universo mismo con todo lo que contiene, gira en torno de un principio creador, causa primera,  realidad central, centro ordenador, centro individual, unidad suprema, mente universal, mente maestra, o inteligencia superior.
Hermes trismegisto decía:¿ Y por qué habría de considerarse extraño que Dios hiciese tanto lo que es inmortal como lo que es mutable, cuando tú mismo haces tantas cosas diferentes? Ves, hablas y oyes, hueles, y sientes al tacto, caminas, piensas; suspiras. No es uno el que ve, y otro el que habla; no es uno el que siente por el tacto, otro que huele, otro el que camina, otro el que piensa, y otro el que respira; sino aquel que hace  todas estas cosas es uno solo.
Si hay algo que Dios no hace, entonces Dios mismo es incompleto, una cosa que nadie puede atreverse a decir, pero no está ocioso en nada, entonces es perfecto, Dios, por tanto hace todas las cosas.
Solo hay un Dios porque cuando hay muchos hacedores, no puede mantenerse un orden, habrá rivalidad entre los muchos; el más débil odiará al más fuerte, y estarán en pugna.       Dios tiene una forma, y solo una, pero es una forma que ningún ojo puede ver; pues es incorpórea.   Hay términos que deben ser tomados en un sentido peculiar de las cosas de las que se habla; todas las cosas están en Dios; pero las cosas no están situadas en Dios como en un lugar. Un lugar es un cuerpo, y todos los cuerpos están sujetos al movimiento; pero aquello que es incorpóreo es carente de movimiento, y las cosas en ello situadas no tienen movimiento, pues es en un sentido diferente como están situadas las cosas en lo que es incorpóreo. Y lo incorpóreo no puede ser rodeado por nada; pero puede él mismo rodear todas las cosas; es la más veloz de las cosas y la más poderosa.
        Si no te haces igual a Dios, no puedes comprender a Dios; pues lo semejante es conocido por lo semejante.     Tu pensamiento no puede captar nada bello y bueno si te aferras al cuerpo y eres malo.
 ¿Y dices que Dios es invisible? No hables de ese modo ¿Quién es más manifiesto que Dios. Con esta intención ha hecho él todas las cosas, de manera que a través de todas las cosas puedes verlo a él. Esta es la bondad de Dios que se manifiesta a través de todas las cosas. Nada es invisible, ni siquiera una cosa incorpórea; la mente se ve en su pensamiento, y a Dios en su operar.
La Masonería, debido a su constitución y su propósito, debe estar basada, primeramente, en el hecho o la realidad de la existencia de un G:. A:. D:. U:.  La creencia que se tenga de esa realidad es secundaria y personal de cada uno
Kant, proclamaría que la mente humana está demasiado acondicionada por el organismo, en el que reside, para com­prender el infinito. Ningún jarrón, por analogía,  puede  contener  al  mar. Echamos el mar dentro del jarrón pero lo que contiene es una pequeñísima porción del entero. Ningún estudio de los contenidos del jarrón podría revelar las verdaderas proporciones y vastedad del mar.

Ninguna mentalidad humana puede, posiblemente, comprender la naturaleza infinita del Cósmico o Dios dentro de sus propias limitaciones. Dios, entonces, (lo Divino en cuanto concierne a su realidad absoluta) debe permanecer como lo desconocido. Puede ser experimentado en parte, pero es inescrutable en su totalidad.
Al ser tanto espíritu como materia, el hombre es un intermediario entre estos dos grandes principios. Es más grande que los seres que son meramente mortales, y está por encima de aquellos que son puramente inmortales. Participa del Poder creativo de Dios e incluso, con la mente, crea dioses a su propia imagen.
Los seres humanos son los únicos que poseen el Potencial de conocer a Dios, y el mayor deseo de Dios es que realicemos dicho Potencial en efecto en la calle y alguien nos dice que nadie lo ha hecho, que se ha hecho por casualidad, no le creeríamos y dudaríamos de que estuviera en su sano juicio. Pues bien la maravilla del ojo humano más perfecto que la mejor cámara fotográfica, o del oído, o de la circulación de la sangre, o del fantástico ordenador que es el cerebro humano, la sinfonía de los miles de animales algunos tan grandes como el elefante, o tan pequeños como los virus y microbios, unos que vuelan, otros que nadan y otros que caminan por la tierra, la armonía de los astros, el sol, la luna, los planetas, las estrellas que están tan lejos de nosotros que en un millón de años viajando a la velocidad de la luz  no las alcanzaríamos, todo ese fantástico cosmos con el hombre incluido que es capaz de pensar y amar, no puede haberse hecho por casualidad: necesariamente tiene un Hacedor de una inteligencia tal que nuestros hombres más sabios son nada.
                                      La Fe iniciática, nutrida por la razón y la intuición,  nos enseña que “nada tiene su origen en la nada” es decir que tiene que haber una Causa Primera, un Creador de todo lo existente, y ese Creador es Dios, el Gran Arquitecto del Universo.
          El reconocimiento de un Principio Creador es indispensable, como punto de partida, porque sin esa base, ni la Masonería ni nada en el Universo tendría sentido. Es una explicación de todo lo visible. Ello no significa que la Masonería sea una religión, ni que exista un Dios masónico. El Dios del masón es el propio Dios de la religión o de la creencia por el mismo profesada.
          Esta condición de admisión cierra las puertas de la Orden al ateo, puesto que sería una total incongruencia de que se trabaje a la Gloria  de aquel (el GADU) cuya existencia se niega. Al respecto Mackey dice, textualmente, lo siguiente: “La creencia en Dios como Gran Arquitecto del Universo es una de las más importantes marcas (“landmarks”) de la Orden. Siempre se consideró esencial que la negación de un Supremo Poder gobernante descalificaba en absoluto al candidato para la iniciación. Los anales de la Masonería no registran caso alguno en que un declarado ateo recibiera la iniciación”.
           Muchas veces se nos ha acusado de ser una secta y para justificar esta ignominia nos acusan de "inventar" un Dios, el G.·.A.·.D.·.U.·. Sin entender que es una figura simbólica justamente tendiente a alinear pensamientos religiosos muy diversos que puedan existir y cohabitar en una Logia En definitiva no existen impedimentos ni prejuicios de la Masonería frente a los diferentes credos El Gran Arquitecto del Universo es entonces una noción deísta en donde las ciencias liberales – y “particularmente la geometría” – reunifican a la criatura con su Creador. Él es el demiurgo, el arquitecto del origen del mundo y el ordenador del mismo.
La pregunta es: si el Arquitecto ya construyo el universo, entonces ya para que lo necesito.       
 Aun partiendo de la premisa de que es imposible demostrar teóricamente la existencia de Dios, a efectos prácticos y por mero cálculo de posibilidades, tiene más sentido creer en Dios que no creer. Si crees, y Dios existe, serás recompensado eternamente tras la muerte; si crees, y Dios no existe, no has perdido nada. En cambio, si no crees en Dios, y existe, serás castigado eternamente; por último, si no crees en Dios, y en efecto no existe, no has ganado nada”( Blas Pascal 1623-1662).
Si yo soy superior a una cucaracha…..¿Cómo le explico mi superioridad? ¿Me entendería?. El hombre en su insignificancia ¿Puede conocer a Dios en su grandeza?.

 Q:.H:. Pedro Moreno Sarmiento R:.L:.S:. “Trabajo y Honradez” N 17