Discúlpeme Señor, siempre he querido decirle algo: mire ya varias veces lo he visto venir con amigos a comprar maní y luego a conversar amenamente con personas importantes como el Ingeniero Antonio y el Dr. Frank sobre algo que no entiendo y últimamente sobre que todos vamos a ir al Oriente Eterno. Yo como Ud. debe saber vendo maní hace como veinte años en esta vereda y he visto mucha gente, algunos niños ya son padres de familia, otros han muerto, tiendas que abren y negocios que cierran y no es que sea espía pero se puede decir que conozco a los de este barrio de manera especial, aunque ellos ya ni me consideren o ni se fijen en mí. Soy como una parte del paisaje de esta calle. Exceptuando el día domingo de mí descanso.
Siempre era una incógnita para mí verlo salir los viernes sin su esposa a la hora que ya me retiraba hasta que me contaron que es Ud. Masón, por eso me tomo la libertad de preguntarle si yo puedo ser también un masón. Quisiera entender lo que conversa a veces con alguno de sus amigos comiendo maní .Supongo por lo que conversan que también son masones. Me gustó lo que les dijo el otro día del maní: que no era tan importante la pinta de la cascara sino el contenido, la almendra y me molesté cuando tiro la cascara al suelo ensuciando la vereda e iba a increparle pero cuando Ud. Dijo que así tirado en el suelo y sin ningún valor quedaría el cuerpo y que el alma del maní o sea el contenido era lo importante. Que de igual manera el hombre debe preocuparse más del alma que de su cuerpo. La filosofía del maní. Me quedé pensando y ahora le consulto si puedo yo ser masón.
Bueno, estimado señor, todo hombre puede ser masón siempre que tenga un buen corazón, sea un buen padre y en general un buen ciudadano con buenas costumbres. No somos santos ni pretendemos serlo. El asunto es que hay que realizar algunos gastos que pueden no ser recomendables para Ud. Pero en conclusión lo que el ser humano debe hacer es cumplir con la función que Dios le ha encargado. Si es Presidente, pues tratar de ser buen presidente. Si es cura un buen cura, etc. Cada uno debe cumplir con su deber, nada más. Yo vengo con amigos a comprar maní donde Ud. Porque vende un buen maní y Ud. Es tan amable que pone una caja vacía para la basura y conversamos amenamente de cualquier tema. Me cuentan que en no sé qué parte de Italia hay una esquina de una calle que le llaman la esquina de los discutidores y discuten cualquier tema, con altura. Discutir no es pelear.
-Ud. Ha tratado el tema del Oriente Eterno, pues sí allí vamos a ir todas las personas, si Ud. Desea también estará con nosotros.
-Oiga pero dicen que Ustedes hacen un juramento.
- Bueno si Ud. Quiere de corazón y con mucha fe le tomo el juramento.
- Me arrodillo?
-No es necesario, la fe no está en las rodillas sino en el corazón. A ver ponga su mano izquierda sobre una bolsa de maní, levante la mano derecha y con fe diga: juro que seré el manisero del Oriente Eterno. Ya está y cuando alguien le pregunte diga Ud. Que es el fundador de la Logia del maní y nada más porque todo es secreto. Pero si insistieran dígales que compren la novela que van a vender en el puesto de periódicos de la esquina llamado “El Símbolo Perdido” de Dan Brown. Solo recuerde no divulgar nada de lo que hemos realizado porque ya es parte del secreto. Ya es Ud. El manisero del Oriente eterno a la vista.
El manisero se quedó henchido de orgullo y muy satisfecho consigo mismo. Yo continué mi camino ensuciando las calles de Santa Beatriz con las cascaras del maní.
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