martes, 8 de mayo de 2012

La cocina verde


Las verduras pierden sus componentes nutricionales cuando se calientan o se hierven, por eso es preferible comerlas crudas o al vapor como máximo. Cuando el hombre no usaba el fuego por que no lo conocía o mejor dicho lo conocía pero no lo dominaba. Se alimentaba de comida cruda de preferencia frutas y verduras. Cuando domesticó el fuego como que se volvió carnívoro y casi todo su alimento lo cocinaba, descubriendo otros sabores. Pensaba un hombre ya maduro. Se imaginaba en la edad de piedra comiendo carne asada en fogata, sin sal, sin aceite, sin ají no moto, sin pimienta, ajos, sin gas. Pegada su cara a la ventana abierta que da al pasadizo que conduce a la calle.

Recordaba el hombre maduro la cocina de la abuela, de adobe con un pasadizo para la leña y de techo dos hierros para sostener las ollas re negras de hollín, pero con un sabor inolvidable, o será que todavía se cocinaba con manteca del chancho que se sacrificaba para su cumpleaños y que se guardaba en latas sin oxidarse ni enranciarse. Que tiempos. En su departamentito no puede tener una cocina de leña. Buena manteca no hay, los chanchos tienen mas carne y poca manteca. La selección que le llaman.

Luego vino la cocina de kerosene que le dio un sabor petrolero a las comidas.El humo del kerosene se impregnaba no solo en las comidas sino en todas las paredes de la cocina. Después la cocina de gas que tenia miedo de prenderla pensando que el balón de gas iba a explotar con el cau cau encima.  Por último, el horno de microondas que más que todo calentaba las comidas del día anterior. El hombre maduro seguía mirando por la ventana y recordaba.
La ventana era el camino de su visión al patio donde inmóvil estaba la cocina verde que un día fue más verde. El día que la encendieron con alegría, el primer día de su matrimonio, cuando pusieron a calentar el agua para el café. El sonido del ya esta hervida y el pito que parecía dar la partida a su vida matrimonial que empezaba con el sonido de una tetera caliente sobre una cocina verde que nueva empezaba con ellos un hogar nuevo.
Un hombre y familia pisando un mundo vivo deben alimentarse para no morir. Los biberones y todos los potajes escondidos en la cueva de su sabor, luchando con su sueño de un océano de cerveza.
Así ella estuvo en todos los refrigerios en el hogar. A la cacería de sabores nuevos con la combinación de ingredientes diferentes. Siempre ardiendo para preparar los alimentos de la familia que ya creció y creció junto con el calor de la cocina verde.
Ahora yacía en el patio exterior sin su balón al costado, estaba como muerta a la espera de ser llevada al cementerio de las cocinas. ¿Habrá tenido un padre o una madre o tal vez algún familiar a quien avisar? ¿Alguna criatura le habría amado? Solo sé que lavó su grasienta vejes con un jabón de oraciones, se puso sus hornillas de gala y murió limpia de pecado. Una ensalada de ideas puso a dieta su imaginación y pensó: ¿Las cocinas entierran a sus muertos? Era ya una chatarra inservible como cocina a la espera del fierroviejero que de madrugada se la llevaría a su última morada. Los días muertos del pasado no los podemos recuperar. Metió el tenedor sobre un plato de lomo saltado y una papa frita se resbalo de otra. El tenedor insistió y la coloco en la boca del hombre distraído que leía el periódico del día.
Seguramente la extrañaran las ollas, la sartén y sobretodo la tetera en las mañanas frías.
Rufino abrió la ventana que da al patio exterior muy de mañana y la cocina ya no estaba. Sintió que los sabores pasados se fueron con ella. Se consoló pensando que así como ella quemaba, también sería quemada en la gran cocina de la fundición y se transformaría en algo nuevo. No tengas miedo y confesemos  que hemos pecado de gula juntos. Seguramente habrá un cielo para ella sola; al cual llegará de sorpresa. Le quedará la sombra de los sabores. Lo mismo le pasaría a él, cuando muera se transformaría en algo que no sabe. Siempre acariciaría y extrañaría su presencia. Solo dejó de pensar en la muerte cuando escucho el pitear de la tetera que hervía en la cocina nueva. La vida continúa.
Pedro Moreno Sarmiento

No hay comentarios:

Publicar un comentario