martes, 8 de mayo de 2012

Taitito Misky y Sonjo sua

                                                    


  TAITITO  MISKY  Y  SONJO SUA
Fue en una tibia noche de verano, con un cielo claro y sin nubes, sería como las once de la noche. No había casi nadie en la calle, algunos pocos carros que pasaban cansados de caminar, con las llantas calientes y el chofer somnoliento. Acababa de cerrar el portón del depósito cuando vi venir por la izquierda una mujer ya madura con un buzo azul, sudando, sudando, al trote corto y con una respiración acompasada con los movimientos del ejercicio. Por mi derecha un hombre maduro también trotando, con un buzo de dos colores, pantalón negro y chaqueta roja. Como si fuera la meta, se encontraron justo en la puerta, detrás de la cual estaba yo mirando por la rendija. Se miraron, pararon de ejercitarse, bajaron las manos y se rieron. Eres tú si soy yo y seguían riendo. Se secaron el sudor y dudaron en continuar trotando y despedirse o seguir conversando. Optaron por conversar. Se sentaron en la vereda y ella le preguntó. Por qué te fuiste sin despedirte, sin decirme nada. Sin un adiós. Sentí mucho el ya no verte y sin saber por qué. Fue terrible para mí.
El hombre secándose el sudor de la frente y mirando al frente como mirando el pasado le explica que lo hizo para vengarse de ella. Vengarse de todo lo que sufrió cuando le declaró sus sentimientos y ella no lo aceptó y por el contrario lo rechazó sonriendo. Cuando jugó con sus sentimientos. Cuando lloró solo en su cuarto y juró no quererla ya más. Cuando se fue a la Capital solo para olvidarse de ella y se olvidó.
Después de cinco años regresó y se volvieron a encontrar. El ya no era el mismo, ella estaba más linda pero él ya no la quería y tuvieron un romance. El estaba probando sus sentimientos, ella no, ella estaba segura que lo quería. Pero para él ya era tarde. Su corazón era de otra persona. Se terminaron sus vacaciones y sin decir nada no la volvió a ver. Su venganza estaba realizada. Nunca leyó ni contestó sus cartas.
De eso había pasado como 15 años y ahora estaban conversando en una vereda tibia aun por el calor del día. Dos corazones fríos en el frigorífico de la vida. Era tanto el frío que el árbol del costado quería trasplantarse a otro lugar. Lejos de ese par de témpanos que conversaban de sentimientos bajo cero. Ambos se habían herido de muerte y juntos mataron algo que debió ser vida. Y rieron juntos y como locos seguían riendo.
Rieron tanto que la risa de ella se transformó en llanto, lastimero, con lágrimas creo que en más cantidad que el sudor del trote que ya secaba en su cuerpo, ahora triste y débil. Gran tristeza. Perdóname Taitito Misky. Si te hice sufrir perdóname. No había escuchado a nadie llamarlo así. Solamente ella le llamaba así. La traducción en quechua era Papito rico o papito dulce porque toda la familia de él padecía de diabetes y él algún día la tendría. La genética es implacable. Ese era el motivo por el cual ella lo llamaba así. Eso lo conmovió. No llores Sonjo sua (roba corazones en quechua). Ella escuchó la palabra mágica que solo él le decía cuando la cortejaba y no le hacía caso. Como extrañó esas palabras y lloró más.
El la consolaba y le limpiaba la cara sudada y mojada aún más por las lágrimas. Creo que el también lloraba. Hasta que se calmaron y conversaron de lo que habían realizado hasta el momento. Hicieron un recuento de sus vidas. Se contaron todo lo que pudieron. De sus profesiones, de sus hogares, de sus hijos y de la forma en que se recordaba el uno del otro. Siempre hubo algo entre ellos. Nunca pudieron olvidarse.
Para ellos era demasiado tarde. Sus hogares con hijos eran más importantes ahora que cualquier cosa. Entonces ella le preguntó si seguía escribiendo cuentos como antes y que aún guardaba algunos de ellos, aunque la tinta líquida se estaba desvaneciendo. Hazme un cuento, cuéntame como antes el de la liebre y el zorro o el del agente secreto de la sierra.
Entonces él le dijo que ambos escribirían un cuento, pero con símbolos. Con un pedazo de ladrillo dibujó en la vereda un círculo y un punto en el centro y le dijo que vendría todos los 6 de Enero de vacaciones  dibujaría el circulo con el punto y ella le pondría una raya del punto a la circunferencia. Ese sería el mensaje de que ambos estaban bien y se recordaban mutuamente. Sin necesidad de incomodar a sus consortes. Era un secreto entre ellos dos.
Lo que no sabían era que había un testigo que fui yo. Cumplieron. Todos los 6 de Enero venia al mediodía el hombre y dibujaba el circulo con el punto al centro y por la noche la mujer dibujaba el radio del circulo. Al día siguiente el hombre venía al mediodía, miraba el dibujo, suspiraba y se iba. Por la noche venía la mujer. Se apoyaba en el árbol con su buzo de trote como descansando y miraba las estrellas. Se sonreía y seguía trotando.
Ahora ya sabes jovencito por que ayer dibujaste un círculo con el punto y hoy encuentras una raya que une el centro con la circunferencia. Lo que no sabes es que esa raya la dibujó anoche una jovencita casi de tu edad, a la que expliqué lo mismo que a ti. Ambos cumplieron con el encargo que les dieron sus padres que en paz descansen: Taitito Misky y Sonjo Sua.
Es un cuento
Pedro moreno

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