martes, 8 de mayo de 2012

El Rey del kion

EL REY DEL KION
Nunca había visto a otro que sea igual a el, ni en sueños lo pensaba ver. Estaban ambos en el baño, totalmente ebrios en un estado de semiinconsciencia y a una velocidad de  crucero alcohólica que parecía eterna o hasta que caiga el primero.  Compadre tu eres igualito a mi o yo soy igualito a ti. No lo sé cholo pero nos parecemos tanto, yo no te conozco pero tus facciones son las mías y las mías muy parecidas a las tuyas. Te invito un par para conversar y conversaron. Ni uno ni otro reconocieron ser parientes, uno de la sierra  y el otro de la costa. Mira cholito, se dice que cada vez que nace un niño en el mundo, en la parte contraria del mundo nace otro igual, de manera  que si uno se mueve a la derecha el otro va la izquierda de forma tal que nunca se encuentran. Por que de encontrarse volarían en pedazos. No importa pues explotemos nomás y explotaron en alcohol hasta que el dueño los sacó del bar ya rayando la mañana. Para eso chupan estos hermanos. Por que no tomaran en su casa.

Uno era cantante vernacular y el otro estudiante nomás, dos adolescentes con diferente crianza pero tan iguales que parecían gemelos. Siempre que se encontraban estaban  entre Pisco y Nazca y en grupos diferentes  en diferentes bares. Por eso al día siguiente como que no recordaban completamente el encuentro. Cuando lo hacían se separaban de los grupos y conversaban solos pero mas parecía que uno hablaba con el espejo.

Cansada la garganta de tanto cantar, irritada de tanto alcohol, con los músculos sin coordinación y la mente aturdida borracho que le llaman, se acostó a dormir sobre los costales del puesto del mercado mayorista donde pasaría la noche invitado por un admirador de su canto que se quedó con el hasta las últimas consecuencias. Y soñó que era un Rey poderoso, que tenia una princesa polleruda con un mechón negro que le caía por la frente como distanciándose de los demás pelos de su negra cabellera y que le daban un aire coqueto a su cara chaposa y redonda que hacia juego con sus voluminosos senos, sus labios rosados pronunciaban su nombre con lujuria, nunca la había visto pero ya la amaba era un amor viejo que se aparece en el sueño para recordarle que siempre ha estado ahí. Era solo cuestión de soñar.

El despertar fue cruento por el dolor de cabeza, pero no un dolor interno sino superficial, incomodo por que había tomado de almohada una bolsa de Kion. Jacob peleo con un Ángel y quedó cojo pero venció, el quedó maltrecho por las laceraciones del Kion en la cabeza y dijo en su pensamiento: si Jacob cambió su nombre por Israel luego del combate, el también cambiaría el suyo y de ahora en adelante se llamaría El Rey del Kion. Ese sería su nombre de cantante.

Era “telonero” (cantante preliminar) de cantantes profesionales que llegaban al coliseo.Cuando empezaba el zapateo y el canto andino, se transformaba en algo que el sentía no ser . Era otra persona la que ocupaba su chasis y arrancaba en un éxtasis contagiante a su público generalmente empleadas del hogar que lo adoraban como un rey y lo recordaban con sonrisas cuando pelaban el Kion que daría sabor a la sopa de la tarde fría en invierno.

En el comienzo me era incomodo cuando me confundían con él pero después como que me acostumbré. Siempre que nos encontrábamos conversábamos amenamente pero terminábamos borrachos, pero bien borrachos. Waukey (Hermano en quechua) me decía, tú eres mi hermano; somos parecidos pero diferentes. A ti te gusta la lectura, eres un hombre que se instruye, estudioso, con unos padres que te apoyan. Yo no tengo nada, que será de mi vida. Solo me dejaré llevar por la vida como un tronco en el río a donde me lleve la corriente. No digas tonterías y ya no quiero escuchar Waynos, ahora cantame una del  cholo Berrocal, esa que dice: voy caminando por mis cerritos, voy pastoreando mis ovejas. Y cantaba. Los de la otra mesa lo aplaudían y pedían otra. Para terminar el concierto de cantina cantaba un landó acompañando el ritmo con golpes en la mesa que transformaba en cajón negroide, ritmo de Landó:
                             “Me monte un buhito mueito
                                Me monte un buhito mueito
                                 Y no se dejó montai
                                 Y no se dejó montai      (bis)
Algún borracho  salía a bailar con un vaso en la mano. Creo que  se agarraba del vaso para no caer.
Se dejó llevar por la vida y se fue a Estados Unidos en una delegación vernacular. Se quedó allá irregular. Conoció a un centroamericano que le propuso ir a Alaska en un barco que pesca Cangrejos gigantes y se dejó llevar. En el barco tenia trabajo, comida, casa, amigos  público y trago. La música es música sin importar el idioma. El Capitán lo quería y cuando había que celebrar algo o llegaba algún invitado, le encomendaba la parte del Show. Ahora cantaba picaflor Tarmeño en otro idioma pero con el mismo tono. Era un barco parrandero.
Se quedó 7 años en el barco. Se dice que el cuerpo humano cambia o se renueva completamente cada 7 años y se dejó renovar pero enfermó de pulmonía. Tuvo que dejar el barco y el bello paisaje de Alaska con gran tristeza.
Todos vuelven. El regreso del Jedy. Como vivió en el barco ahorró y ahorró como la hormiga. Cholo joven con plata pero no muy bien de los pulmones, ya no canta, ya no toma alcohol. Es otro; me lo cambiaron solo que siempre se parece a mí.
Déjate llevar nomás Waujicha (hermanito). Solo que esta vez el tronco del río irá acompañado de su pashnacha. Hoy se casa .Hoy estoy bailando el landó del burro que ni muerto se deja montar, con la novia que cree que de verdad somos hermanos  y me dice cuñado , has como mi marido que desde que lo conozco no toma ningún trago. Le digo que soy la oveja negra que va pastoreando por los cerritos. Y el cholo Berrocal sigue cantando.

Es un cuento de la Parada

Pedro Moreno

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